En la mayoría de
mapas de la Edad Media y el Renacimiento, aparecen dibujados en el ángulo
superior del Oriente unos hombres de apariencia salvaje que están encerrados
tras unas altas montañas por las que no pueden salir. Se trata de los famosos 22 Pueblos Inmundos de la Tierra. El por
qué de estos pueblos se debe a una antigua leyenda atribuida al gran
conquistador macedónico Alejandro Magno. Según se cuenta cuando sus tropas
estaban avanzando por Asía se encontraron con una serie de tribus de los más
abominables los cuales tenían unas costumbres horribles y execrables.
Alejandro, viendo el peligro que existía si las ignoraba y pasaba de largo
decidió combatirlas y tras una serie de arduas batallas terminó arrinconándolas
en los confines de Asia detras una cadena de montañas. Y para asegurar que no
se escaparan por el único paso que existía construyó una especie de puerta mágica
conocida como La Puerta de Alejandro
Magno.
Pero la leyenda
dice que al final de los tiempos, en el Apocalipsis, aquellas tribus malditas
se escaparan y por la voluntad del Señor se abrirá aquella puerta dejando que
se unan a las huestes del Anticristo para acabar con toda la raza humana. Esta
narración que apareció en la Antigüedad Tardía pasó con el discurrir de los
siglos a convertirse en uno más de los temores medievales y de nuevo la leyenda
de los pueblos inmundos surgió con fuerza en la Baja Edad Media, aunque con la
variante del antisemitismo, pues aquellas tribus fueron sustituidas por las
Diez Tribus de Israel. Es por ello que en la cartografía medieval y
renacentista la Puerta de Alejandro pasara a llamarse Iudei Clausi (Los judíos encerrados). Incluso aparecen en mapas del
siglo XV y XVI o en prestigiosos mapamundis hechos por Waldseemüller, aquel que
puso el nombre a América, o por el gran cartógrafo que acompañó a Cristóbal
Colón en su viaje de descubrimiento, Juan de la Cosa.