domingo, 1 de junio de 2014

LA MUERTE DEL EMPERADOR CLAUDIO



El emperador romano Tiberio Claudio César Augusto Germánico, más conocido como Claudio a secas, era un apasionado de las setas. Hacía que se las trajeran de todos los rincones del mundo y le encantaba cenar un buen plato de ellas durante la semana. Y fue justamente ese capricho imperial lo que propicio su muerte, pues le puso en bandeja a su esposa Julia Vipsania Agripina (Agripina la Menor) el mejor modo de asesinarle para que de esta forma pudiera sucederle su hijo Nerón. Para ello no dudó en llamar a una de sus esclavas, Locusta, a quien la había traído desde la Galia a Roma, pues tenía conocimiento de que era una experta en hierbas medicinales, ya que sabía cuales eran inocuas o venenosas para el ser humano. La noche del 13 de Octubre del 54 d.C Agripina hizo que le sirvieran a su esposo un exquisito plato de setas entre las que su esclava había introducido algunas amanita phalloides bastante tóxicas. Así pues en cuanto Holato, que era el catador oficial de la corte, hubo probado un bocadito el emperador se lanzó a devorar el plato sin saber el destino que le esperaba. Pero en cuanto probó el vino empezó a asfixiarse y a dolerle la barriga. Agripina, que estaba viendo la escena desde lejos, mandó llamar rápidamente al médico griego Jenofonte para que hiciera vomitar a su esposo con una pluma de avestruz, aunque éste desconocía que también la punta de la pluma estaba envenenada con otro veneno que había puesto allí la misma Locusta. El resultado, claro está, fue la muerte del emperador Claudio y el ascenso a la cabeza del imperio de Nerón.

Agripina y Nerón supieron recompensarla como es debido y la tomaron a su servicio para que les hiciera más trabajitos en un futuro. Incluso permitieron que creara una escuela para enseñar a jóvenes discípulas el arte del envenenamiento, asegurándose de esta manera una nueva generación de asesinas para cuando ésta faltara. Se sabe que en los 14 años que duró el reinado de Nerón, murieron, gracias a sus artes, un total de 400 personas, entre ellas el propio hermano del emperador Británico. Pero su suerte iba a serle adversa nada más morir Nerón pues en cuanto llegó al poder el general Servio Sulpicio Galba mandó que la detuvieran y la encerraran acusada de ser una asesina en serie. Su muerte fue bastante atroz pues fue llevada al circo romano y tras ser violada por una jirafa amaestrada, unos leones hambrientos la devoraron poco a poco.