El emperador
romano Tiberio Claudio César Augusto
Germánico, más conocido como Claudio a secas, era un apasionado de las setas.
Hacía que se las trajeran de todos los rincones del mundo y le encantaba cenar
un buen plato de ellas durante la semana. Y fue justamente ese capricho
imperial lo que propicio su muerte, pues le puso en bandeja a su esposa Julia
Vipsania Agripina (Agripina la Menor) el mejor modo de asesinarle para que de
esta forma pudiera sucederle su hijo Nerón. Para ello no dudó en llamar a una
de sus esclavas, Locusta, a quien la había traído desde la Galia a Roma, pues tenía
conocimiento de que era una experta en hierbas medicinales, ya que sabía cuales
eran inocuas o venenosas para el ser humano. La noche del 13 de Octubre del 54
d.C Agripina hizo que le sirvieran a su esposo un exquisito plato de setas entre
las que su esclava había introducido algunas amanita phalloides bastante tóxicas. Así pues en cuanto Holato, que
era el catador oficial de la corte, hubo probado un bocadito el emperador se
lanzó a devorar el plato sin saber el destino que le esperaba. Pero en cuanto
probó el vino empezó a asfixiarse y a dolerle la barriga. Agripina, que estaba
viendo la escena desde lejos, mandó llamar rápidamente al médico griego
Jenofonte para que hiciera vomitar a su esposo con una pluma de avestruz,
aunque éste desconocía que también la punta de la pluma estaba envenenada con
otro veneno que había puesto allí la misma Locusta. El resultado, claro está,
fue la muerte del emperador Claudio y el ascenso a la cabeza del imperio de
Nerón.
Agripina y Nerón supieron recompensarla como
es debido y la tomaron a su servicio para que les hiciera más trabajitos en un futuro. Incluso
permitieron que creara una escuela para enseñar a jóvenes discípulas el arte
del envenenamiento, asegurándose de esta manera una nueva generación de
asesinas para cuando ésta faltara. Se sabe que en los 14 años que duró el
reinado de Nerón, murieron, gracias a sus artes, un total de 400 personas,
entre ellas el propio hermano del emperador Británico. Pero su suerte iba a
serle adversa nada más morir Nerón pues en cuanto llegó al poder el general
Servio Sulpicio Galba mandó que la detuvieran y la encerraran acusada de ser
una asesina en serie. Su muerte fue bastante atroz pues fue llevada al circo
romano y tras ser violada por una jirafa amaestrada, unos leones hambrientos la
devoraron poco a poco.