¡Quién fuera Prim!
Pasear por las
calles de Madrid, muchas veces, es dar un paseo por su propia historia y por la
del país en general. Puede uno recorrer el castizo Madrid de los Austrias y
poner la mirada e imaginación en oscuros callejones donde uno puede elucubrar
arriesgadas aventuras a medianoche, o también caminar por otros sitios más
abiertos y ajardinados, hechos a tiralíneas puras, en el otro Madrid, el de los
Borbones donde tantos adelantos técnicos y sociales hicieron que España
empezara a caminar hacia la modernidad y un futuro sin miedos arcaicos. En
concreto, como si fuera tuviera un mapa y un cicerone más que enseña la capital
a turistas, quisiera señalarles una calle en concreto, cercana al hoy tan de
moda, Congreso de los Diputados, la de Marques de Cubas. Calle bonita y limpia
que muy pocas personas saben que antes tenía otro nombre, más sonoro y ampuloso,
Del Turco. Y es, precisamente, en esa misma calle donde hace unos siglos se
produjo uno de los expedientes X más
conocidos de nuestra historia patria: el asesinato y magnicidio del Capitán
General Juan Prim I Prats una tarde
noche lluviosa de un 27 de Diciembre de 1870 cuando abandonaba las Cortes de
Diputados, a la espera de la llegada inminente de su apadrinado Amadeo de
Saboya, y se dirigía a su casa en la Calle Barquillo. Unos emboscados,
cubiertos de gruesas ropas para no ser identificados, cerraron con dos
carruajes ese mismo callejón y mediante certeros disparos a fuego cruzado
mataron a gran parte de la comitiva que acompañaba a Prim al hogar. Éste logró
sobrevivir pero moriría tres días
después a causa de las heridas recibidas en tal mortífera trampa.
La pregunta que
se nos viene ahora rápidamente a la mente es la siguiente ¿Quién mató a Prim? ¿Quién
tuvo tal osadía de cambiar la historia haciéndola desembocar en nuevos
regímenes como La I Republica y posteriormente a ritmo de Pavía en una nueva
Monarquía borbónica? La respuesta es sencilla: nada se sabe y muchos son los
sospechosos de este magnicidio a sangre fría. Éste es precisamente el punto de
partida de la última obra del historiador Ian Gibson, La Berlina de Prim, ganadora este año del Premio Fernando Lara de
Novela de la editorial Planeta. En ella, el autor, mediante un estilo
narrativo, a caballo entre la novela y el informe periodístico, intenta
desentrañar los misterios que envolvieron el asesinato del único catalán que ha
accedido y aceptado ser Presidente del
Poder Ejecutivo en la Historia de España. El telón de esta novela se abre en
1873, cuando la I Republica comienza a agonizar y negros nubarrones recorren el
país ante la incertidumbre de un futuro poco esperanzador. Es en esos momentos
cuando desde Inglaterra, un periódico liberal The People’s World envía a un redactor para que refleje el estado
actual de España y de tapadillo averiguar los motivos y al responsable del
asesinato de Prim años antes. Curiosamente el enviado para tal misión es una
persona muy apegada al mundo de los exiliados españoles en Reino Unido, Patrick
Boyd, hijo del idealista irlandés Robert Boyd, que fue fusilado junto con
Torrijos en las playas de Málaga en 1831 y esta enterrado en el Cementerio Ingles
de dicha localidad. Recordando viejas amistades y con la sensación de cumplir
una vieja promesa nuestro protagonista se embarca en una aventura que le
llevará a distintas partes de España, como
Sevilla o Madrid, e incluso llegando a la mismísima Francia buscando quién fue
la persona que ordeno a fuerza de trabucos cambiar el destino de la nación. Con
gran pulso narrativo y vocación didáctica, Patrick Boyd conseguirá llegar a
cada uno de los sospechosos e intentar desenmascar el turbio mundo que hay detrás
de toda la sangre vertida de quién, incluso, dijo el político Henry A. Layard, embajador
británico en España, que fue el hombre “más influyente del país, que había
mostrado un tacto y una habilidad en sus relaciones con las Cortes, y una
atención y capacidad para el Gobierno, que difícilmente podían esperarse de
alguien que ha seguido una estricta carrera militar”.
Los acusados por
la Historia han sido unos pocos, pero la investigación del protagonista de la
novela (y de Ian Gibson) son especialmente los siguientes: a) Antonio Maria de
Orleáns, duque de Montpensier, auténtico virrey en Sevilla y Andalucía,
continuo conspirador y cuñado de la depuesta Isabel II por casamiento con Luisa
Fernanda de Borbón, en boda doble en 1846. Ansioso de poder se sentía frustrado
por no haber sido elegido Rey (lo hubiera sido, y proclamado por las mismas
tropas a la manera romana, si hubiera estado en la Batalla de Alcolea en 1868)
claramente se convirtió de la noche a la mañana, en la oposición más dura
contra el efímero rey Amadeo de Saboya. B) José Paúl Angulo, revolucionario de
pro y antiguo amigo de Prim en Londres que se sentirá engañado por él al querer
volver a una monarquía, por muy constitucional que esta sea, y que clama contra
la revolución armada desde su periódico “El Combate”, Considera a Prim un
traidor a la “Gloriosa” de 1868 y escribe desde el diario la necesidad
imperiosa de eliminarle. C) el general Serrano, general prestigioso en la
Batalla de Alcolea y que se siente ninguneado por la perdida de prestigio con
la llegada de Amadeo de Saboya. Estos son algunos de los sospechosos, pero La Berlina de Prim no son meras y
supuestas entrevistas a estas personas o allegados a ellas, sino que es todo un
muestrario de personajes esenciales de esa confusa España del Sexenio, como por
ejemplo Antonio Machado Núñez, abuelo de Manuel y Antonio Machado, Juan Eugenio
Hartzenbusch, director en esos momentos de la Biblioteca Nacional, o incluso el
autor de los archiconocidos y esenciales Episodios
Nacionales Benito Pérez Galdós. Nuestro protagonista, Patrick Boyd, tirando
del hilo de Ariadna que hay entre cada declaración y cada suceso a su
alrededor, recorre aquella parte de nuestra historia , enseñándonos los
momentos claves de una época bastante confusa y pasada de puntillas por algunos
historiadores comprendida entre 1868 y 1874 en el llamado Sexenio Revolucionario o Progresista.
Ian Gibson, durante
372 páginas, nos aporta un despliegue de datos históricos inconmensurables
dando toda una clase maestra de Historia a cualquier persona que desee
acercarse a aquella época y moverse por un mundo incierto en donde se cocía el
futuro de España. El autor de La Berlina
de Prim, despierta al gran público de la amnesia que hay alrededor de este
triste suceso en torno al magnificado, llamándonos la atención sobre como,
desgraciadamente, gran parte de nuestra historia ha sido borrada por el olvido
de los españoles. Solamente, por ponerles algunos ejemplos, si hoy mismo dieran
un paseo por la ya mencionada calle de Marqués de Cuba, no verían por ningún
lado placa que llame la atención de que en ese mismo punto se produjo el
atentado de un Capitán General, victorioso en gran numero de batallas (guerras
carlistas; observador de la guerra
ruso-turca de 1853; Guerra de Marruecos 1869; participante de la fuerza
trinacional contra México en 1861; o artífice principal de “la Gloriosa” en
1868) Increíble, pero cierto. Incluso llama la atención de que en Alcolea (casi
una barriada de Córdoba en la actualidad), en su puente, no halla ninguna otra
placa o monumento que recuerde las cientos de victimas que hubo en aquella
batalla y que produjo la ilusión de que España tendría algo parecido a una
democracia. A fuerza de ser sincero, estos hechos me producen bastante
vergüenza. Pero bueno… ya sabemos en que lugares y mentalidades nos movemos.
Por lo menos, como consuelo, y como fuerte antídoto frente a la desmemoria,
todavía nos quedan fantásticas novelas como La
Berlina de Prim que nos harán rememorar aquellos hechos para que nunca
caigan en el olvido de la desmemoria.
… y por cierto
¿qué fue de aquella berlina? En estos momentos se encuentra intacta y se puede
visitar en el museo del Ejército situado en Toledo, justamente en su Alcázar.
Así que si acuden a aquella ciudad imperial no duden en visitar el museo y
sobre todo aquel coche de tan infausta memoria. Vale la pena.
Texto: Balbo
(También en Hislibris)