El inglés Henry
Cavendish (1731-1810) ha sido uno de los grandes científicos del siglo XVIII.
Pero a pesar de ser un gran estudioso de la física y de la química, también era
un hombre con una personalidad muy compleja. Se decía que era extremadamente
tímido horrorizándole sobremanera tener que hablar con otras personas o
saludarlas al cruzarse con ellas. Sobre todo con las mujeres. Pasaba muy malos
ratos cuando necesitaba pedir alguna cosa, dándose incluso el caso de que en su
mansión la servidumbre solo se podía dirigir a él pasándole notas o viceversa.
Además los criados tenían terminante prohibido mirarle a la cara cuando él
estaba cerca. Se sabe también que una vez despidió a una sirvienta al cruzarse
un día con ella por un pasillo que pasaba al lado de su habitación. Para
evitar, por tanto tener cualquier tipo de contacto hizo construir una entrada
especial a sus dependencias desde la calle. Este aislamiento lo llevó hasta el
final pues un día se encerró en su cuarto y no volvió a salir nunca: había
muerto en completa soledad. Sin ser molestado. Como él quería.