miércoles, 12 de noviembre de 2014

LAS FALSAS OLAS DE TERROR AUSTRAL



El 30 de Octubre de 1938, víspera de Halloween, se produjo uno de los mayores engaños radiofónicos de la historia: la adaptación a este medio de la obra de H. G. Wells La Guerra de los Mundos. El actor Orson Welles, gracias a su brillante actuación, desencadenó una auténtica ola de terror por todo Estados Unidos al describir una invasión alienígena como si estuviera a pasando de verdad. La gente corrió asustada a sus casas o búnkeres; las líneas telefónicas se colapsaron, al igual que los servicios de urgencias como la policía o los bomberos; y hubo más de uno que incluso se armó hasta los dientes por si algún marciano se acercaba a su granja. Aquello fue todo un éxito sin precedentes.

Pero este pánico no se produjo solo en Estados Unidos sino que años más tarde se repetiría en otro lado no muy lejano: en Sudamérica. En 1944, un escritor americano, William Steele, que residía en Chile, hizo lo mismo pero situando la acción en Santiago. Fue tan realista que los chilenos organizaron barricadas en las calles e incluso el ejército del país se movilizó para repeler la invasión marciana. Aunque a diferencia de lo radiado en Estados Unidos esta vez si hubo una victima: José Villarroel, ciudadano de la población de Valparaíso. Parece ser que mientras escuchaba el falso noticiario sufrió un ataque al corazón pensando que los extraterrestres estaban a punto de entrar en su casa.

A pesar de haberse producido una muerte, hubo otra persona, Leonardo Paéz quien en 1949 quiso repetir la experiencia, pero esta vez en Ecuador. Este hombre quiso prepararlo mejor y para darle mayor verosimilitud días antes había estado publicando noticias relacionadas con avistamientos de ovnis en el periódico El Comercio. Cuando creyó que ya había caldeado bien el ambiente comenzó a emitir desde Radio Quito una nueva invasión procedente del espacio. La emisora gritaba que las naves espaciales habían aterrizado cerca de la localidad de Cotocallao y que estaban haciendo estragos allá por donde pasaban. La gente, al oír esta supuesta tragedia, se dio a la fuga y acudió a encerrarse en sus casas o en las iglesias. Pero cuando al rato se descubrió que todo había sido una mentira, cientos de personas acudieron a la emisora y bloquearon  las puertas, para acto seguido prenderle fuego con todos los que estaban dentro. Algunos consiguieron escapar, pero otros murieron presas de las llamas. Nada se pudo hacer por salvarlos ya que la policía y el ejército habían ido a combatir a los marcianos que supuestamente se encontraban en Cotocallao. Hubo varios arrestos debido a la revuelta, entre ellos el propio Leonardo Páez, pero todos fueron absueltos al igual que el emulador ecuatoriano de Orson Welles.