lunes, 8 de diciembre de 2014

EL HOMBRE QUE ENGAÑÓ AL CAUDILLO



La Guerra Civil Española, dio paso a una posguerra dura, llena de hambre y odio en el que la gran mayoría de españoles tuvieron que ingeniárselas como pudieron para sortear aquellos años de plomo. No solo estaba racionada la comida sino que también existía una alarmante ausencia de combustible que hacía peligrar la vida del parque móvil español. Muchos fueron los inventos que surgieron entonces, desde el coche movido por gasógeno hasta quien había descubierto algún combustible ecológico que haría desaparecer la necesidad de utilizar gasolina. En este mundo de revolucionarios inventos y picaresca, surgió de la nada un austriaco llamado Albert Elder von Filek quien aseguró a las autoridades del momento que había descubierto la manera de generar cada día más de tres millones de petróleo sintético. Las materias primas de este invento eran las siguiente: agua, fermentos de plantas, y, claro está, un ingrediente secreto que el solo conocía y que no deseaba decir cual era ya que la competencia o cualquier otro país extranjero podría copiárselo.

Franco y los ministros se frotaban las manos pensando en que gracias a von Filek, España iba a salir de la penuria en que la guerra la había dejado. El anuncio del descubrimiento apareció en todos los periódicos en letras grandes, diciendo que el mismo Caudillo había recibido al inventor austriaco con todos los honores y que éste le había confesado que había ofrecido su ingenio a la causa nacional ya que él odiaba a los comunistas y que comulgaba con todas las ideas del nuevo régimen. Ah, y que no lo hacía por dinero, aunque si le ofrecían algún tipo de donativo lo aceptaría de buen grado, todo en aras de la gloria eterna de España. Pero fue pasando el tiempo y al no obtenerse ningún resultado el timo de von Filek fue descubierto. Su momento de éxito desapareció y de inmediato este curioso estafador fue detenido y encarcelado. Cualquier noticia relacionada con este hecho se eliminó de las noticias, e igualmente se prohibió que cualquier persona hablara del timador que había engañado al mismísimo Francisco Franco.