El científico Peter Gustav
Lejeune Dirichlet (1805-1859) era un fanático de las matemáticas. Siempre
prefería la compañía de los números a las personas, o solucionando un arduo
problema a una conversación con algún familiar. No le gustaba hablar con nadie,
y lo raro es que se hubiera casado. Tanto pavor tenía a comunicarse con su
suegro que al nacer su primer hijo para decirle que había tenido un nieto le
mandó una carta en la que ponía de manera escueta: “2+1=3”.