Aunque me duela
contradecir a los tebeos de Asterix y Obelix, la moda de beber té no la importaron
los galos a las Islas Británicas (véase Asterix
en Bretaña). Y de igual manera, aunque también le duela a los ingleses, no
fueron ellos sino una reina de origen portugués quien llevó a esas latitudes la
costumbre de ingerir esa infusión. Ocurrió allá por 1662 cuando Catalina de
Braganza (1638 – 1705) llegó a Inglaterra para casarse con el rey Carlos II
(1630 – 1685). Parece ser que entre sus pertenencias traía consigo una cajita
que contenía unas hojas resecas que debían ser introducidas en agua caliente. A
esta nueva costumbre la nueva y flamante reina lo llamó tomar el té. Y como muy pronto todas los sirvientes que había a su
alrededor comenzaron a tomar esta nueva bebida, inmediatamente se puso de moda
no solo en palacio sino también en todas las casas y salones de la ciudad de
Londres. De la noche a la mañana el té se había convertido en la bebida
nacional de las Islas Británicas.
Y ya que estamos
metidos en faena… ¿por qué existe esa manía de tomarlo a las cinco en punto de
la tarde? Parece ser que la culpa de ello la tuvo una amiga intima de la reina
Victoria (1819 – 1901) que en el siglo XIX decidió fijar sus reuniones en una
casita de campo a las cinco, entre el almuerzo y la cena. Pronto fue imitada
por la reina, y, claro está, esta nueva tradición fue copiada en todos los
salones de té del Reino Unido.