En 1925 la escritora
Pilar Millán Astray estrenó la obra teatral La
tonta del bote, en la que una pobre huérfana llamada Susana consigue eludir
la pobreza con mucho ingenio y salero. Años después este papel fue interpretado por la recientemente
fallecida Lina Morgan llevándola al estrellato del celuloide español. Creo que
todos recordamos esta película, pero pocos saben que su titulo está inspirado
en otro tonto del bote que vivía a
principios del siglo XIX. Se llamaba Julián y pedía limosnas sentado en una
silla medio rota delante del convento de los capuchinos de San Antonio del
Prado, situado en la Calle del Prado, y que fue derruido en 1890. Solía pedir
la voluntad portando un bote y según el cronista madrileño Dionisio Chaluié lo
hacía de una manera peculiar:
En Madrid los había tradicionales. Entre
otros, un desgraciado imbécil a quien se le conocía con el nombre de
"Tonto del bote", porque recogía la limosna en un bote de suela que
agitaba en la mano, sentado en una silla a la puerta de San Antonio del Prado. Aún me parece verle en sus últimos años,
inmóvil, con su sombrero de alas anchas, su ropón o túnica parda, limpio, y
lanzando a intervalos una especie de sonido gutural para llamar la atención de
los transeúntes
Como se puede
ver el escritor no le tenía mucho aprecio. En fin, un día un toro bravo se
escapó de una plaza y según los
cronistas el animal enfiló la calle Alcalá y acabó entrando en la Carrera de
San Jerónimo. Siguió tratando y al poco llegó hasta donde estaba Julián, que
como siempre estaba pidiendo limosna. Todo el mundo creía que lo iba a cornear
pero el toro se acercó a él, lo olfateó, dio un bufido y sin hacerle nada se
alejó de él en dirección a la calle Atocha. Al día siguiente todos los periódicos
de la capital se hicieron eco de esta noticia y fueron muchos los que se
acercaron al impávido torero para
felicitarle. Pero todo fue estrella de un día pues al poco Julián se convirtió
en motivo de burla debido a la simpleza con la que se había enfrentado al
animal. De ahí que al poco tiempo se incorporara al refranero popular la
expresión ser un tonto del bote,
haciendo referencia a una persona de pocas luces que continuamente es objeto y
diana de bromas pesadas.