De Lord Byron sabemos
muchas cosas. Que fue un gran impulsor del movimiento romántico, un excelente
literato y una de las personas más excéntricas y controvertidas que han
existido. Pero lo que mucha gente desconoce es que Byron también era un gran
amante de los animales. Desde que era pequeño siempre le gustó estar rodeado de
ellos. En su casa tuvo animales de todos los tipos, desde los más comunes como
gatos, perros, gallinas, hasta algún pavo, zorros, águilas, halcones, e incluso
una vez fue propietario de un esplendido y bello oso. Esto último ¿cómo fue posible?
Pues ni más ni menos por culpa de las estrictas reglas de la universidad a
donde fue a estudiar. Parece ser que cuando era pequeño le regalaron un
cachorro de terranova al que puso por nombre Boatswainand, y desde el mismo momento en que se vieron se hicieron
compañeros inseparables. Todos los días andaban juntos hasta que llegó el año
1805 cuando el joven Byron tuvo que acudir a Cambridge a estudiar en la afamada
universidad del Trinity College. Cuando llegó allí estuvieron a punto de
echarle ya que se había llevado consigo a su perro, y según las normas del
lugar estaba terminantemente prohibido tener perros en las habitaciones. Y
aunque reclamó varias veces volvieron a denegarle su petición de quedarse con Boatswainand.
Pero lo que la dirección del centro no sabía era lo tozudo que podía llegar a ser Byron. Un buen día el futuro autor del Don Juan decidió comprar un oso y llevárselo
hasta las mismas puertas del Trinity
College. Claro está no le dejaron entrar con él alegando que no se podían tener
animales allí dentro pero ante el asombro de todos Byron solicitó que le señalaran
dónde estaba escrito que no podía tener un
oso en el centro. Y, como no encontraron esta norma, Byron pudo quedarse con
él. Es más, tiempo después incluso pidió una beca en nombre de su amigo y ¡se la tuvieron que conceder!,
ya que de facto estaba matriculado en
esta prestigiosa universidad.