sábado, 24 de septiembre de 2016

UNA PERRUNA CORTINA DE HUMO



El controvertido político ateniense Alcibíades, sobrino de Pericles y discípulo de Sócrates,  tenía un perro del cual estaba muy orgulloso. Cuando lo había comprado por 70 minas (un precio exorbitante en su tiempo) sus amigos le comentaron asombrados el buen porte que tenía el can y lo obediente que era. Un día, precisamente cuando el propio Alcibíades estaba pasando una serie de dificultades políticas, tanto sus amigos más íntimos amigos como sus más acérrimos enemigos vieron asombrados como éste se paseaba por el ágora llevando tras de sí al animal con el rabo cortado. Aquello causó un gran revuelo y durante los días siguientes no se habló más en Atenas que de ese tema. Cuando le preguntaron indignados el motivo por el que había hecho aquella salvajada, Alcibiades, con una leve sonrisa, les respondió: “Era precisamente lo que buscaba. Mientras vosotros no parabais de hablar del rabo de mi perro, sin daros cuenta os habéis olvidado de los verdaderos problemas que hay en la ciudad”.