Cuando vemos un peplum sobre la antigua Roma normalmente
vemos la ciudad bastante limpia, y aunque series actuales como Roma poco a poco nos van mostrando una
ciudad más real, la verdad es que la ciudad del Tíber era un lugar bastante
sucio. Además de que la gente tiraba los desperdicios por las ventanas, a eso
hay que añadir que el romano de a pie tenía la mala costumbre de arrojar los
desperdicios en cualquier sitio o de hacer sus deposiciones, ya fueran en forma
de orina (minctores) o de forma
solida (cacatores) en la primera
esquina o callejón que les pillara a mano. Así que era normal que en sus calles
se fuera acumulando la basura poco a poco de manera alarmante. Menos mal que en
Roma existía un servicio de limpieza que velaba porque a los viandantes no les llegaran
los desperdicios hasta el cuello. Se sabe que existían una serie de empleados
públicos llamados stercorari que
ayudados por los carros de basura o plostra
stercoraria llevaban los sucios desperdicios a los vertederos o puticulum que había en las afueras de la
ciudad. Incluso en aquellos lugares había manadas de cerdos que se ponían hasta
arriba comiendo dichos desperdicios para que poco a poco quedara sitio para
traer más cargamento. Y es que los romanos tiraban de todo, desde fluidos
corporales, cadáveres, hasta enseres domésticos como muebles o vasijas que ya
no se utilizaban en casa o en los almacenes. Con respecto a esto último en una
zona de Roma se llegó a acumular tal montaña de desperdicios de vasijas y ánforas
que llegó a formarse todo un monte: el monte Testaccio.