Sobre el príncipe
Vlad III de Valaquia (1431 – 1476) , nacido como Vlad Draculea y más conocido por sus enemigos como Tepes (El Empalador) se han escrito cientos de historias y algunas
de ellas tan truculentas que incluso se
le ha hecho entrar en la leyenda como un ser maligno chupador de sangre. Como
consecuencia de ello su verdadera historia y reinado se han desvirtuado tanto
que a día de hoy se ha convertido en un mero cliché de los cuentos y películas de
terror. Aun así en su Rumania natal es todo un héroe no solo por defender su
tierra del poder de los otomanos sino por aplicar justicia en sus dominios aunque
fuera de una manera un tanto expeditiva. Por ejemplo se cuenta que una vez un
comerciante florentino que viajaba de noche por tierras de Transilvania fue
atracado en un desfiladero por un grupo de asaltantes quienes además de su
caballo se llevaron una bolsa llena de monedas de oro. Cuando el pobre
comerciante llegó andando a un pueblecito cercano denunció el hecho y de
inmediato las autoridades del lugar se pusieron a buscar a los maleantes. Un
día después el comerciante fue llamado
al castillo de Drácula y en cuanto atravesó sus puertas pudo ver en el
jardín de entrada a todos los ladrones empalados junto a sus familias. Entonces
el príncipe se le acercó y le dio la bolsa que le habían robado. El comerciante
le dio las gracias y cuando estaba a punto de partir el príncipe le pidió que las
contara. Ya fuera por agradecimiento o por miedo a su anfitrión así lo hizo
pero cuando terminó dijo que había una moneda de más. Fue entonces cuando Drácula
le dijo: “Verdaderamente tu honradez te has salvado. Si por un casual te hubieras
llevado la bolsa con una moneda de más ahora mismo estarías bailando en la
estaca más alta junto a los ladrones”.