domingo, 21 de enero de 2018

EL INFANTICIDIO EN GRECIA Y ROMA



A pesar de que en la actualidad el abandono de niños no deseados o con alguna discapacidad física o mental es una práctica abominable, en la antigüedad era una costumbre de lo más normal. Por ejemplo en Grecia, en concreto en la región de Esparta, cuando se detectaba que algún bebé tenía alguna tara normalmente se la despeñaba desde el monte Taigeto sin ningún remordimiento. Plutarco por ejemplo nos dice lo siguiente: “los más ancianos reconocían al niño y si era bien formado y robusto disponían que se le criase… Más si se le encontraba degenerado o monstruoso, mandaban llevarle a los llamadas apothetai (expositorios) en un barranco del Taigeto”. Incluso los muy cultos Platón y Aristóteles también abogan por el infanticidio con fines sociales. El primero dejó escrito en la República que hay que “abandonarlos en un lugar secreto y desconocido”; mientras que el segundo deja dicho que “en cuanto a la exposición y crianza de los hijos debe existir una ley que prohíba criar a ninguno defectuoso”. Mientras tanto en Roma existía una ley bastante curiosa con respecto al repudio de los bebés. Cuando nacía uno de ellos, la partera lo llevaba ante el pater familias y lo depositaba en el frio suelo delante de sus pies. Si el padre lo recogía con sus brazos eso quería decir que lo aceptaba, pero si en cambio se daba la vuelta y no le hacía ni caso, daba igual si era sano o tenía una discapacidad, o si era niño o niña, era abandonado en una encrucijada de caminos o directamente era arrojado a un basurero donde era comido por las bestias que moraran por el lugar. La única suerte que podía tener el bebé era que su llanto atrajese alguna persona bondadosa, cosa harto difícil, aunque llama la atención que fueron dos los supuestos abandonados quienes fundaron la ciudad que albergaba dicha ley: Rómulo y Remo.