Que la leche
materna es el alimento principal para el crecimiento de los bebes es hoy en día
un hecho científicamente demostrado. Pues en el antiguo Egipto, además, no solo
era importante para la salud de los recién nacidos sino que incluso también se
la asignaba poderes mágicos. A los bebes egipcios se los amamantaba hasta los
tres años y después las madres que destetaban a sus hijos varones guardaban los
excedentes de leche materna para venderlos a buen precio con el fin de curar
infecciones oculares o trastornos digestivos. Si alguna madre tenía problemas para
que le subiera la leche se le untaba la espalda con el aceite que había servido
para fritar una perca (me imagino que aceite frio) e incluso a las que tenían
algún hijo enfermo se las hacía comer una rata para que de este modo potenciara
el efecto de su leche, ya que se pensaba que las ratas tenían alguna especia de
poder especial. Llama la atención que si por un lado el estado promovía que las
madres dieran de mamar a sus propios hijos, por otro lado es sabido que la
mayoría de faraones nunca tomaron leche de sus propias madres. Los encargados
reales buscaban a nodrizas profesionales para este oficio y algunas veces, debido
a sus buenos servicios, eran elevadas al rango de familiar en la corte real,
como por ejemplo les pasó a las nodrizas de Amenofis I o Tutmosis III.