martes, 20 de noviembre de 2018

EL MOTÍN DE SANTA ESCOLÁSTICA


La Universidad de Oxford es el centro de estudios superiores más antiguo del mundo anglosajón, y por ello es motivo de orgullo para los propios ingleses. Pero hubo un tiempo que esto no fue así pues durante la Edad Media los habitantes de la ciudad de Oxford consideraban a la universidad un auténtico fastidio. Como este centro, debido a su prestigio, atraía a muchos estudiantes los oxonienses estaban hartos de soportarlos y de sufrir sus bravuconadas, de la misma manera que los mismos estudiantes estaban enfadados con los oriundos de allí debido a que estos les cobraban los alquileres de las habitaciones a precio de oro. Por tanto la tensión entre ambas facciones iba creciendo y aunque pasado el tiempo los estudiantes ya pudieron pedir alojamiento en el primer colegio universitario, los ánimos estaban muy caldeados. Solo hacía falta una chispa para encender el polvorín.

Y esta se encendió el 10 de Febrero de 1355, festividad de Santa Escolástica, cuando unos estudiantes se quejaron de las bebidas que ofrecía la Taberna de Swyndlestock y de la suciedad que imperaba en el local. La discusión fue subiendo de nivel y derivó en una pelea campal. En un abrir y cerrar de ojos estudiantes y ciudadanos de Oxford estaban enzarzados en una cruenta batalla, a lo que ayudó también que las campanas de la localidad, las de  Saint Martin, y las de Saint Mary, pertenecientes a la iglesia de la universidad, comenzaran a tocar pidiendo refuerzos para ambos bandos. Esta multitudinaria pelea duró dos días y de resulta de ella murieron unos 63 estudiantes y otras tantas personas acabaron gravemente heridas.

El rey Eduardo III, tras investigar lo ocurrido, halló culpable a los oxonienses y como penitencia los alcaldes y concejales de Oxford estaban obligados a desfilar hasta la iglesia de la universidad, inclinarse ante el vicerrector y pagar la increíble suma de 63 peniques. O lo que es lo mismo a penique por cada estudiante muerto. Esta tradición se realizó hasta 1875 en el que el alcalde se negó a pagar por el Motín de Santa Escolástica.