Cuando pasaban los aviones, daban la voz y
nos levantábamos para correr. Y quedaban los cuerpos y decías: 'Mira, muertos' (Juan
Conejero, superviviente de la Desbandá)
El gobierno de
la República Española después de perder Cádiz y que Tánger y Gibraltar no
pudieran acoger a la flota republicana no tenía otra opción que utilizar el
puerto de Málaga como base de operaciones. Pero era una elección muy peligrosa
ya que la ciudad estaba a punto de caer en manos de los sublevados y solo
estaba defendida por unos 12.000 milicianos pobremente armados, en algunos
casos con fusiles bastante viejos. A
mediados de Enero de 1937 la suerte ya estaba echada pues el general franquista
Gonzalo Queipo de Llano junto con otros dos cruceros se dirige a Málaga y
ningún barco de la flota republicana intenta pararlos. Pero es a partir del 6
de febrero cuando los hechos se precipitan ya que a punto de caer la ciudad los
ciudadanos huyen en desbandada (de ahí su hombre) camino de Almería
produciéndose una de las mayores matanzas de la Guerra Civil. Los ciudadanos
utilizan cualquier medio de transporte para huir de los desastres que ya se
anunciaban, ya sea en camión, coche, mulas, carretas, en bicicleta o incluso a
pie llevándose las pocas pertenencias que tenían. Se cree que en total huyeron
unas 300.000 personas las cuales se convirtieron en dianas móviles para los
aviones franquistas quienes los ametrallaban a placer o las bombardeaban al
igual que hacían los cruceros desde el mar. Se cree que en la carretera y
aledaños que va desde Málaga hasta Almería murieron entre 3000 a 5000 personas,
la mayoría civiles, que solamente huían de los terrores de la guerra.
La novela de
Luis Melero, La Desbandá (Roca
Editorial, 2005), narra este episodio trágico de la Guerra Civil Española, hoy
un tanto olvidado, a través de los ojos inocentes de Mani un chico que, a punto
de entrar en la adultez, se convierte en testigo de excepción del horror que
está a punto de sufrir la ciudad malagueña. La familia de Mani, que vive en una
de las callejuelas que van a desembocar en el antiguo convento de la Goleta, compuesta
por él y sus cuatro hermanos es el núcleo de la narración ya que todos ellos
representan un tipo de pensamiento político imperante en aquellos años previos
a la contienda civil: Paco es comunista; le sigue el violento Antonio que
prefiere la acción directa y es un anarquista convencido; después tenemos a
Ricardo, que prefiriendo la vida eclesiástica, es el reverso de sus dos
hermanos anteriormente mencionados teniendo con ellos continuas trifulcas; y
finalmente Miguel, que está más ocupado por galantear que por tener una idea política
en sí. Como se puede ver casi tenemos el arco ideológico completo que va a
provocar en menos de un año que los españoles se maten entre sí. En cambio a
Mani solo le interesa sobrevivir en ese barrio tan duro.
El autor
retrata, en un principio, el ambiente prebélico de Málaga y cuál era el pulso
de la ciudad y sus gentes. Pero en cuanto comienza la guerra todo comienza a
acelerarse. La urbe comienza a llenarse de refugiados que huyen de las fuerzas
nacionales e italianas y llenan la ciudad hasta provocar un ambiente enrarecido
y violento en el que sobre todo faltan los suministros necesarios para vivir.
Pero el cerco a Málaga llega por fin y cuando las tropas rebeldes están a punto
de entrar los habitantes, sintiéndose en verdad abandonados por su gobierno,
huyen despavoridos por la única vía posible de escape: la carretera de Almería.
No hay medios de transporte organizados como en el sitio de Madrid. Y en ella
se vivirán situaciones de lo más espeluznantes. Muerte, horror y locura es lo
que reinara en esos días fatídicos.
La Desbandá, de Luis Melero, rescata
este episodio olvidado, más terrible que el sufrido en Guernika posteriormente y
nos lo presenta de un modo vibrante y muy bien documentado. Un libro necesario
para completar el puzle de una guerra civil que nos asoló y para dar voz a
aquellos que sufrieron un verdadero calvario en una carretera en donde el
enemigo no les dio tregua alguna.