domingo, 7 de julio de 2019

MOMIAS - José Miguel Parra Ortiz



La muerte no es más que el portal a una nueva vida (La Momia, 1932)

Entrar en un museo arqueológico, en concreto en la sección egipcia, es penetrar en un mundo donde la Muerte ha quedado en suspenso. Es un logro que pocas civilizaciones de la Historia han conseguido: congelar el paso del Tiempo mediante una acción humana. Normalmente estas salas están tenuemente iluminadas, para darles mayor emotividad, y en ellas lo que más sorprende al visitante son unos cuerpos alargados, más conocidos como momias. Estas figuras resecas, fajadas en prietas vendas color ocre, parecen mantener un pulso con el Más Allá, resistiéndose a abandonarnos contra toda lógica pues con sus cientos de años ya deberían haberse diluido en polvo abocado al olvido. Entonces… ¿cuál es el milagro que ha permitido que estos cuerpos no se hayan convertido en mero tributo diario de la Dama de la Guadaña?

Para responder a esta pregunta, hemos de buscar la respuesta en el mismo nombre por el que hoy conocemos a estas reliquias. Empecemos diciendo que su título original era sah y que ya fue en época grecorromana cuando se las comenzó a llamar de manera distinta. Fue el polígrafo romano Plinio el Viejo quien primeramente dio a conocer a sus conciudadanos un producto exótico, líquido, grumoso y negro, recogido en la zona de Persia, muy parecido a nuestro betún, que los habitantes de la zona llamaban mumia. Tiempo después otros eruditos como Dioscorides o el árabe Avicena fueron quienes alabaron las peculiaridades de este producto como excelente para la salud y para atajar cualquier dolencia. Pronto se hizo famoso en Europa y empezó a importarse desde Persia y Egipto un número considerable de toneladas de mumia, pero cuando comenzó a escasear este líquido los avispados comerciantes principiaron a vender aquellos cuerpos amortajados (sah) pues sabían que estaban embadurnados de aquel betún. Fue en aquel momento cuando se les bautizó como Momias.

Actualmente existe un gran desconocimiento sobre el mundo de las momias entre el público profano en relación con cualquier tema egipcio. Es por ello que hoy en día aquellos recipientes de inmortalidad se hayan convertido en meros clichés de una civilización, junto con las pirámides y la perilla de los faraones (y si no vean el último video musical de Kate Perry “Black Horse”) o un divertimento de comedias baratas en donde las vendas son utilizadas como papel de water. Así pues, para evitar este desconocimiento les recomiendo la excelente obra del egiptólogo José Miguel Parra Ortiz Momias, editada por Crítica en 2010. Nada más abrir este ensayo nos encontramos con que estamos en buenas manos, y que nuestro cicerone particular es todo un experto en todo lo relacionado con el Antiguo Egipto. Nacido en Madrid en 1968, es doctor en Historia Antigua por la Universidad Complutense, y especialista en el Reino Antiguo, trabajando no solo de manera académica tras la mesa de un despacho, sino también en la misma Tierra de Faraones excavando en distintas tumbas. Entre sus obras destacan títulos como Los constructores de la grandes pirámides (1998), Cuentos egipcios (1998), Las pirámides. Historia, mito y realidad (2001); La vida amorosa en el antiguo Egipto (2001); Gentes del Nilo (2003); o por ejemplo Historia de Egipto. Sociedad, economía y política (2009).

En este ensayo nos explica cuál fue el origen de este ritual mortuorio basado en la triada vida/muerte/resurrección, y por qué los egipcios eligieron esta forma de enterramiento sobre otros existentes. Fue el calor y la sequedad del terreno lo que en verdad inclinó a estos Hijos del Nilo a sepultar a sus muertos de esta manera para que el ba (alma) y el ka (energía) del difunto llegaran en perfecta unión ante el trono de Osiris. José Miguel Parra Ortiz también nos habla sobre el proceso de momificación, la extracción de órganos para depositarlos en bellos vasos canopos, y como se desarrollaba todo el proceso en La Casa de la Muerte. Fajar el cadáver con prietas vendas y sellar los amuletos de vida con natrón no era solamente un ritual de ricos, sino que también los pobres se beneficiaban de ello. La cultura de la muerte impregnaba todos los estamentos. Este libro, Momias, nos enseña que este proceso es esencial para desentrañar y conocer en profundidad todo el mundo egipcio y su esencia más escondida. A través de un tono erudito, a la par que divulgativo, Parra Ortiz nos descubre las curiosidades que existen alrededor de las momias y recorre todo el Valle del Nilo para hablarnos sobre los enterramientos que se hacían en las pirámides, qué tipo de sepulturas había, si eran ricas o pobres, cómo la arqueología moderna aplicada a la investigación sobre las momias nos revela el tipo de enfermedades que existían y el modo de vida que había tenido el finado, o el apasionante mundo de los saqueadores de tumbas y como se jugaban el tipo por arrancar unos amuletos y joyas para dar de comer a sus familias.

Abrir las paginas de este libro, debido a lo ameno de su lectura, es como tener una conversación con un amigo, pues a cada momento te sorprende con información precisa y peculiar sobre el mundo de las momias, quitándole falsas leyendas al tema y aportando reveladoras historias sobre como estos millones de cuerpos vivieron y sobrevivieron a la caída de Egipto, cuáles fueron sus peripecias en la Edad Media, y como han sido descubiertas en la actualidad. Un paseo fascinante por la antesala del Más Allá que, en verdad, van a disfrutar de principio a fin.