domingo, 16 de junio de 2019

LA FOBIA LINGÜÍSTICA DURANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL



Cuando los países se enzarzan en alguna guerra, y más si es mundial, es frecuente que tras un buen lavado de cerebro dichas poblaciones comiencen a odiar a sus enemigos y a demonizarlos intentando borrar cualquier lazo de afecto que hubieran tenido en el pasado. Por ejemplo, durante la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918) los alemanes, además de comenzar a odiar las obras de Shakespeare, fueron quitando los nombres a todos los restaurantes, hoteles y establecimientos comerciales que tuvieran alguna reminiscencia con respecto al bello idioma francés o inglés. Incluso se intentó prohibir la palabra bombón aunque esta vez sin éxito alguno. Pero lo que si funcionó durante cierto tiempo fue rebautizar a la ensalada italiana como ensalada de traidores en recuerdo de cómo Italia acabó finalmente luchando contra las potencias centrales.

En Francia se quiso cambiar el nombre comercial de Agua de Colonia por el más patriótico de Agua de Provenza, pero al igual que el caso anterior de la palabra bombón, tampoco tuvo mucho éxito. Mientras tanto en los países aliados, a pesar de ser uno de los idiomas más estudiados, el alemán fue proscrito tanto en los libros como en las conversaciones. Tanta rabia daba el alemán que se llegaron hacer verdaderas atrocidades ya que por ejemplo en Estados Unidos se mataron a un gran número de perros de origen alemán. Además de aquí, en muchos otros países se quiso borrar cualquier referencia teutónica en las comidas. Las hamburguesas, por recordar a la ciudad de Hamburgo en Alemania se las pasó a llamar Salisbury Steaks (filetes de Salisbury). Las salchichas de Frankfurt se convirtieron en las Liberty sausages (salchichas de la libertad), mientras que los perritos calientes o dachshunds (perritos alemanes) acabaron llamándose Liberty dogs.

En el frente interno cualquier nombre o reminiscencia con respecto al enemigo podía inducir al odio de la población, por lo que los propios aristócratas ingleses que tenían tantas raíces con el país germano también cambiaron sus nombres y títulos. Los Battengerg lo trocaron en Mountbatten e incluso la familia real inglesa que se apellidaba Sajonia-Coburgo –Gotha acabó auto imponiéndose el nombre de Casa Windsor, como se les conoce actualmente.