En la Segunda
Guerra Mundial, en concreto en el frente del Norte de África, se había corrido
entre los alemanes la costumbre, o superstición, acerca de que si sus tanques
pisaban un excremento de camello tendrían buena suerte. Lo que no sabían las
tropas de Rommel es que los ingleses también lo sabían por lo que empezaron a
fabricar minas explosivas parecidas a dichos excrementos para que cuando pasara
un tanque alemán por encima las pisara y volara por los aires. Después de que
varios de estos tanques explotaran los alemanes, más recelosos, decidieron que
solo pisarían los excrementos de camello en el que ya hubiera impresas las
rodadas de otro tanque. Pero los ingleses, esta vez también se adelantaron a la
situación y comenzaron a construir otro tipo de minas aunque ahora con forma de
excremento de camello con el dibujo de una pisada de tanque.