viernes, 6 de enero de 2023

TÓCAME A MI, ROQUE

 

En una de las zonas más céntricas de Madrid, en la calle Barquillo esquina calle de Belén, se alzaba una de las corralas más castizas y ruidosas de la capital, la cual fue inmortalizada por el sainetero Ramón de la Cruz en su obra La Petra y la Juana o el buen casero, también conocida como La Casa de Tócame Roque. Parece ser que esta corrala, habitada por 70 u 80 vecinos, era todo un pandemónium en las que las peleas y alborotos eran el pan de cada día. Y más lo fue cuando sus ocupantes fueron desalojados en 1850. Parece ser que debido a los impagos y la ruina que amenazaba la construcción los propietarios comunicaron a los vecinos que tenían que desalojar el inmueble y como éstos no querían irse amenazaron con matar a dichos dueños. Se originó por tanto un pleito que duró unos cuantos meses acabando con la expulsión de los arrendatarios a manos de las fuerzas del orden, ocasionando más tumulto si cabe que el que se originaba diariamente.

Este serie el final de dicha corrala, pero de lo que no hemos hablado todavía es del por qué se la conocía por el rimbombante nombre de Casa de Tócame Roque. Según parece los propietarios del inmueble eran dos hermanos llamados Juan y Roque que se disputaban la herencia que habían recibido y cuando Juan le decía “Tócame Roque”, éste le contestaba de la misma manera: “No, la casa tócame a mí” y así una y otra vez quedando bautizado así dicho lugar. Por tanto, debido a los continuos ruidos de los vecinos, riñas y tumultos que se originaron debido al desalojo de los vecinos a manos de los corchetes, además de ser inmortalizado en obras de teatro, quedó entre la población un dicho popular que reza “esta casa es como la de tócame Roque” aludiendo a la confusión material o de palabra que se produce en una casa o en un alboroto.


 Placa conmemorativa que homenajea la Cása de Tócame Roque