martes, 26 de marzo de 2013

A ESCONDIDAS EN VERSALLES

Versalles, el gran capricho de Luis XIV, es uno de esos lugares no solo importantes por su arquitectura y belleza sino por las historias y leyendas urbanas que desprende. Una de estas curiosidades se refiere a los pequeños y recoletos espacios secretos que había en sus alrededores y que servían a reyes y nobles como lugar de descanso o espacio donde galantear con sus amantes con total privacidad. A más de un kilómetro de Versalles, por ejemplo, nos encontramos con el Grand y Petit Trianon. El primero es un palacete de piedra y mármol rosa, construido en 1687 y que servía a Luis XIV como refugio para alejarse del complicado protocolo de la corte. El Petít Trianón (1760)  en cambio se construyó en homenaje a la amante de Luis XV, Madame Pompadour,  la cual no pudo verlo terminado ya que murió antes.

Pero sobre todos ellos destaca el curioso Hameau de Maria Antonieta. Era nada más ni nada menos que la granja particular de la esposa de Luis XVI que le servía de diversión en los momentos que se sentía más aburrida. La reina, enamorada de un cuadro de Hubert Robert en el que aparecía representada una bucólica granja del País de Caux (Normandía), quiso imitarlo y para ello encargó al constructor Richard Mirque que le hiciera la misma “granja artificial”. Al pueblo no le falta de nada pues tiene desde edificios, molino, campos de cultivo, hasta bellos jardines en los que solazarse en las duras jornadas de estío. Como era natural este complejo era privado y a él solo podían acceder los familiares de Maria Antonieta y sus amigas, ninguna otra persona más podía entrar bajo pena de muerte si era descubierto allí sin permiso. La función principal del lugar era que la reina jugara con sus amigas a juegos pastoriles, y vestidas de la siguiente guisa, con sus bastones y lacitos, hacer delicados trabajos como ordeñar vacas, tomar la leche que saliera de las ubres del animal, conducir lindas ovejitas por el valle o hundir en la tierra alguna semillita. Todo ello asesorado por un labriego que tenía permiso para estar allí y que seguramente haría el trabajo duro mientras ellas se reían de la simplicidad del labrador. La idea esencial era disfrazarse y ser otras personas creyendo a la vez que esa era la dura vida de un campesino.