miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA LEYENDA DE LA CAMPANA DE HUESCA



Cuenta la Crónica de San Juan de la Peña, obra atribuida al rey de Aragón Pedro IV el Ceremonioso, que el monarca Ramiro II el Monje se sentía bastante atribulado pues continuamente era despreciado y ridiculizado por los nobles y tenía miedo de que éstos estuvieran organizando un complot para derrocarle. El rey no sabía que hacer así que se dirigió a su maestro, Frotardo, abad de San Ponce de Tomeras, al cual le contó sus problemas. Cuando terminó de contárselas el buen abad le dijo que le siguiera a dar un paseo por el jardín del claustro. El rey Ramiro le preguntaba continuamente qué debía hacer, pero ante cada interpelación Frotardo no hacía más que cortar con las manos los tallos más altos del jardín.

Se dice que el rey captó enseguida este mensaje simbólico y al regresar a la corte lo primero que hizo fue a llamar a los nobles más problemáticos, más de una docena, y cuando los reunió en la sala los mando decapitar ante el asombro de todo el mundo. Hizo reunir  todas las cabezas y acto seguido comenzó a colgarlas del pelo en una sala abovedada a modo de campana poniendo como badajo la del obispo Ordás que había sido el  enemigo más acérrimo que tenía. Al terminar de colocar las cabezas, con ánimo tranquilo, dijo a los asustados concurrentes que esta campana se oiría en todo el Reino de Aragón como aviso a futuros traidores a la corona.

Esta leyenda también es el origen de la expresión estar más sonado que la campana de Huesca que viene a decir que un suceso ha tenido una gran repercusión.