Para conocer de
dónde viene este apelativo, que actualmente designa a los extranjeros que
vienen a nuestro país, hay que retroceder hasta el siglo XIX justamente al
periodo de las Guerras Carlistas. Se sabe que los partidarios de Carlos María
Isidro de Borbón, es decir los carlistas, llamaban cristinos a las tropas liberales de la reina regente María
Cristina. Por influencia del dialecto vascuence el vocablo habría comenzado a
pronunciarse como guiristino, y con
el tiempo se habría acortado a guiris.
Denominación con la que se motejaría después a cualquier persona de ideas
liberales y exóticas como por ejemplo los turistas que cada año llenan nuestras
costas trayendo consigo sus propias costumbres.