martes, 26 de noviembre de 2013

LAS PRUEBAS DE NOBLEZA



Atención a las durísimas condiciones que tenía que ostentar una persona para conseguir la ansiada Orden de Santiago en el siglo XVII:

1/ El pretendiente tenía que haber nacido de padres unidos en matrimonio, y que ambos, a la vez, fueran hijos legítimos.

2/ Padres y abuelos debían ser, mínimo, hidalgos viejos y no tener vestigios de sangre judía o mora, a la vez que nunca tenían que haber sido investigados por el Santo Oficio.

3/ El pretendiente nunca tenía que haber participado en un duelo, ni haberlo provocado.

4/ No estar acusado de infamia o cualquier delito de sangre.

5/ Ningún familiar del pretendiente, ya sean padres, abuelos, hermanos, debía haber tenido oficios “sospechosos”, es decir, que alguno hubiera sido prestamista, comerciante o haber ejercido algún oficio “vil o mecánico”.

Como se podrá ver muy pocos eran los que podían reunir todos los requisitos. Por ejemplo al gran pintor Velázquez le costó Dios y ayuda conseguir tal galardón. Entre 1658 y 1659 se entrevistaron a un total de 150 personas por toda la Península para comprobar que cumplía todos los requisitos. Aun así, a pesar de ser uno de los grandes pintores de la época y de todos los tiempos, la comisión no consideró apropiado concederle tal galardón. Fue necesaria la intervención del rey Felipe IV y del propio Papa para que le fuera concedida la Orden de Santiago en 1659. Como curiosidad indicar que si uno observa el cuadro de Las Meninas (originalmente llamado La Familia de Felipe IV) se podrá observar al pintor sevillano portando orgullosamente en el pecho la Cruz de Santiago. Pero hay que reseñar que Las Meninas se pintaron en 1656 ¡tres años antes de que le concedieran el galardón soñado! Así pues… ¿quién pinto esa cruz? Hay algunos que piensan que fue el propio rey, de forma póstuma, el que lo pintó con mano diestra como homenaje al genio de su pintor de cámara. Pero lo más seguro es que lo retocara el propio Velázquez un año antes de morir.

Pero sobre la concesión de la Orden de Santiago a Velázquez, sigo prefiriendo la leyenda que apareció años después, la cual dice que cuando el pintor estaba en el lecho de muerte, Felipe IV fue a visitarlo. Al verlo tan consumido rápidamente pidió un bote de pintura roja y hundiendo un pincel pintó sobre la pechera del “pintor de pintores”, como dijo Manet, una preciosa Cruz de Santiago. Y aunque no fuera cierto… ¿a qué es bonita la historia?