martes, 14 de enero de 2014

TRES PATAS PARA UN BANCO



Me llama la atención que la siguiente anécdota la atribuyan distintos historiadores españoles (no voy a decir sus nombres por respeto y porque ya han fallecido) a antiguos familiares suyos que presenciaron esta escena un siglo antes de que ellos vinieran al mundo. Aunque bailen nombres y posiciones lo que sí podemos observar en ella son algunos puntos en común que sacan a la luz el triste y patético destino que compartían la trinidad formada por Manuel Godoy y los reyes Carlos IV y su esposa María Luisa.

Los narradores de la anécdota coinciden en lo siguiente: Una oscura noche del mes de Marzo en el Palacio de Aranjuez, poco antes del famoso motín que le dio la corona temporalmente a Fernando VII, un gentilhombre de cámara que estaba apostado en un pasillo vió que se acercaba una silenciosa comitiva y portando velas. Parecía una escena sacada de un relato de terror. Delante de todos ellos iba con su peculiar andar zambo el rey Carlos IV y detrás de él, algo retrasados, se percibían la figura de Godoy y Maria Luisa, y aunque el pasillo estaba algo oscuro nuestro gentilhombre se percató de que los dos últimos iban discutiendo. Ella tenía el rostro congestionado, como si hubiera llorado, y a él se le notaba algo airado, haciendo aspavientos delante de ella, en voz baja, para que no lo oyera su marido que iba delante, totalmente ajeno a lo que pasaba a su espalda. Maria Luisa debió decirle algo que no gustó al Príncipe de la Paz pues rápidamente le soltó una bofetada en toda la mejilla. Tan fuerte y sonora fue que hasta el insípido rey se dio la vuelta y parando la procesión preguntó:

¿Qué ruido es ése?

Y Maria Luisa, sobreponiéndose espléndidamente al tortazo que había recibido sonrió a su marido y le dijo:

Nada: un libro que se le ha caído al suelo a Manuel.

Acto seguido la siniestra procesión siguió creyendo los supuestos amantes que nadie los había visto enzarzarse en una discusión. Pero se engañaban a si mismos pues si hubo alguien que lo había visto… un simple gentilhombre de cámara.