martes, 25 de febrero de 2014

EL TANQUE HACE ACTO DE PRESENCIA



El 15 de Septiembre de 1916, en el estancado frente de batalla del Somme, ante las miradas atónicas de los alemanes atrincherados hizo su aparición una nueva arma que buscaba cambiar el rumbo de la guerra: el tanque (en concreto el modelo Mark I). A lo largo de la tierra de nadie avanzaban a una velocidad de dos kilómetros por hora una especie de gigantes pepinos de hierro inmunes a los disparos de las metralletas alemanas. El alto mando inglés se las prometía muy felices pensando que gracias a este invento en breve podrían estar paseando por Berlín, pero como fue norma general durante todo el conflicto fracasaron en sus expectativas ya que muchos de aquellos tanques, aunque imbuían terror al enemigo haciendo que salieran despavoridos de sus trincheras, algunos acabaron cayendo en grandes agujeros o perforados por balas de acero. El domino del tanque en el campo de batalla tendría que esperar a otra guerra futura.

Pero ¿por qué a este ingenio se le llamaba tanque? Se sabe que  mientras se construía en secreto y se embalaban las piezas dentro de grandes cajas, para evitar que los espías alemanes que pululaban por Inglaterra informaran a sus superiores, se hizo correr el rumor que eran tanques de agua portátiles destinados a las tropas inglesas acantonadas en el caluroso frente de Mesopotamia. Lo curioso del asunto es que tampoco el nombre de tanque era el original sino W.C. Las cajas al principio tenían escritas estas letras en grande pero la gente se puso tan pesada diciendo que lo que iba a la guerra eran retretes para acabar con el kaiser que el oficial al mando de embalar las piezas cambio estas letras por las de tank, es decir tanque en español.

Fuente: La Primera Guerra Mundial contada para escépticos, de Juan Eslava Galán