martes, 4 de marzo de 2014

TROCEANDO EL TIEMPO



¿Cuándo surgió la idea de dividir las 24 horas de un día en dos tandas de 12 horas llamadas a.m (en latín ante meridiem “antes del mediodía”) y p.m (post meridiem “después del mediodía”?). Para responder a esta pregunta hay que remontarse al último tercio del siglo XIX y echar la culpa de ello al ingeniero escocés Sandford Fleming. Se sabe que este buen hombre emigró a Canadá y se convirtió en el responsable oficial de la red ferroviaria de aquel país. En 1878, estando en Irlanda, se dirigió a una estación de ferrocarril para, obviamente, coger un tren, pero cuando llegó al andén se dio cuenta de que lo había perdido pues en su horario ponía que el tren salía a las p.m en lugar de a las a.m. Es por ello que, chafado por tal inconveniente y decidido a que nunca más le volviera a pasar, pensó en dividir el día en dos jornadas de 12 horas contando desde la medianoche y tomando como referencia el meridiano cero de Greenwich. Desde entonces el globo terráqueo esta dividido igualmente en 24 zonas longitudinales, o husos horarios (nombre que Fleming tomó de la forma que tienen los husos de hilar).