domingo, 15 de junio de 2014

BABIECA: CABALLO DE BATALLA



Juntos formaban un tandem único. Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el Cid, y su fiel caballo Babieca eran la imagen perfecta de lo que tenía que ser un caballero medieval: valiente, abnegado y decidido a cumplir su destino con la Historia. Del Campeador sabemos toda su historia, pero lo que casi todo el mundo desconoce es cómo ambos se llegaron a conocer. Pues bien, cuenta la leyenda que una vez cuando Rodrigo Díaz de Vivar estaba buscando en el corral de un pueblo un buen caballo de batalla que no se asustara con los gritos de guerra ni con la sangre de los heridos, estalló de repente una tormenta con buen aparato electrónico de rayos, produciendo obviamente la estampida de los cuadrúpedos que estaban en venta. Todos salieron corriendo de sus establos…menos uno. El caballerizo al ver una situación tan anormal empezó a gritarle: “¡Vuélvete como los demás, Babieca” (hay que señalar que babieca significa en aquella época papanatas). Nuestro héroe que había presenciado la escena, se fijó en aquel caballo y no pudo por lo menos que decir: “Si tan valientemente sabe hacer frente a la tempestad, así lo hará en las batallas”.

Y así fue como ambos se conocieron. El Cid decidió quedarse con el animal y optó por llamarlo Babieca, nombre con el que ha pasado a la historia debido a aquella escena y no, como se ha pensado alguna vez que provenía de la zona de Babia. No se sabe muy bien si era un gallardo caballo árabe blanco o un fornido rústico asturcón, pero lo cierto es que siempre acompañó a su dueño allá donde fuere. En el año 1099 Rodrigo Díaz de Vivar murió en Valencia, y dos años después le siguió su fiel caballo. En total vivió alrededor de 40 años, vida considerable para un equino, y fue enterrado en el monasterio de San Pedro de Cerdeña, a diez kilómetros de Burgos, en donde reposaban en ese momento los restos de su dueño. Durante cierto tiempo un hombre llamado Gil Díaz fue el encargado de velar por ellos y también quien ordenó colocar un par de olmos en los extremos de la sepultura de Babieca. En 1949 el Duque de Alba propuso a la Comisión de Monumentos de Burgos que erigieran un monolito en la tumba de Babieca en el que actualmente se puede leer lo siguiente:

Tal caballo como éste
Es para tal como vos
Para vencer a los moros
Y ser su perseguidor.
No le valga el criador
Que por vos y por el caballo
Bien honrado somos dos.