Juntos formaban
un tandem único. Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el Cid, y su fiel caballo Babieca eran la imagen perfecta de lo que
tenía que ser un caballero medieval: valiente, abnegado y decidido a cumplir su
destino con la Historia. Del Campeador sabemos toda su historia, pero lo que
casi todo el mundo desconoce es cómo ambos se llegaron a conocer. Pues bien,
cuenta la leyenda que una vez cuando Rodrigo Díaz de Vivar estaba buscando en
el corral de un pueblo un buen caballo de batalla que no se asustara con los
gritos de guerra ni con la sangre de los heridos, estalló de repente una
tormenta con buen aparato electrónico de rayos, produciendo obviamente la
estampida de los cuadrúpedos que estaban en venta. Todos salieron corriendo de
sus establos…menos uno. El caballerizo al ver una situación tan anormal empezó
a gritarle: “¡Vuélvete como los demás, Babieca” (hay que señalar que babieca significa en aquella época papanatas). Nuestro héroe que había
presenciado la escena, se fijó en aquel caballo y no pudo por lo menos que
decir: “Si tan valientemente sabe hacer frente a la tempestad, así lo hará en
las batallas”.
Y así fue como
ambos se conocieron. El Cid decidió quedarse con el animal y optó por llamarlo
Babieca, nombre con el que ha pasado a la historia debido a aquella escena y
no, como se ha pensado alguna vez que provenía de la zona de Babia. No se sabe
muy bien si era un gallardo caballo árabe blanco o un fornido rústico asturcón,
pero lo cierto es que siempre acompañó a su dueño allá donde fuere. En el año
1099 Rodrigo Díaz de Vivar murió en Valencia, y dos años después le siguió su
fiel caballo. En total vivió alrededor de 40 años, vida considerable para un
equino, y fue enterrado en el monasterio de San Pedro de Cerdeña, a diez
kilómetros de Burgos, en donde reposaban en ese momento los restos de su dueño.
Durante cierto tiempo un hombre llamado Gil Díaz fue el encargado de velar por ellos
y también quien ordenó colocar un par de olmos en los extremos de la sepultura
de Babieca. En 1949 el Duque de Alba propuso a la Comisión de Monumentos de
Burgos que erigieran un monolito en la tumba de Babieca en el que actualmente
se puede leer lo siguiente:
Tal caballo como éste
Es para tal como vos
Para vencer a los moros
Y ser su perseguidor.
No le valga el criador
Que por vos y por el caballo
Bien honrado somos dos.