domingo, 22 de junio de 2014

EL TRÁGICO FINAL DE FRANÇOIS RAVAILLAC



El 14 de Mayo de 1610, cuando el rey Enrique IV de Francia se dirigía a ver a su familia, un católico exaltado llamado François Ravaillac no dudó en subirse a la plataforma de su carroza y apuñalar con movimiento raudo al monarca. Las heridas que le produjo fueron tan graves que cuando llevaban el cuerpo del rey al Palacio del Louvre murió cubierto de sangre. Este loco fue apresado al momento y en cuando le preguntaron el motivo de tal horrible acto lo único que respondió es que lo tenía que hacer pues era el mismo Dios quien se lo había mandado ya que Enrique IV había favorecido a los protestantes. Incluso alegó que él no quería haber llegado a ese punto pues había intentado hablar con el monarca en varias ocasiones, y en una le habían echado de las puertas de palacio y en otra le había gritado lo siguiente: “¡Os hablo en nombre de Jesucristo y de la Santa Virgen Maria! ¡Oídme!”.

Después de varios días de interrogatorios y torturas el 27 de Mayo los jueces dictaminaron que condujeran al reo a una de las plazas de París y se le aplicara el castigo reservado a los regicidas:

1) En primer lugar trasladaron a François Ravaillac en carroza a la plaza de la Catedral de Notre Dame en donde le dieron un cirio y comenzó a sentir la ira del pueblo por haber matado a su bon roi (buen rey).


2) De Notre Dame fue llevado a la plaza de Greve, y fue aquí donde comenzó el verdadero suplicio del regicida. Le despellejaron varios trozos del cuerpo y después le aplicaron unas tenazas al rojo vivo sobre las tetillas, brazos y muslos.

3) Acto seguido le quemaron la mano derecha (con la que había matado al rey) con fuego de azufre, y vierten en las heridas una mezcla liquida de plomo, azufre y aceite hirviendo.

4) Y finalmente atan los miembros de Ravaillac a cuatros caballos para que lo descuarticen. Este suplicio duró una media hora, pero pasado ese tiempo los caballos vencieron la resistencia del reo y le desgajaron los brazos y las piernas separándolos del del torso.

Estos trozos más el torso y la cabeza fueron quemados y arrojados a la multitud que se encargo de terminar de machacarlos.