sábado, 28 de junio de 2014

UN CHARLOT MADE IN SPAIN



A comienzos del siglo XX, de la mano del actor Charles Chaplin, apareció en las pantallas de cine uno de los iconos más grandes de la historia del celuloide: Charlot. Con su bombín, bigote, bastón de caña flexible y unos andares de pato, este personaje consiguió encandilar a todos los espectadores haciéndoles soltar unas veces una buena carcajada y al rato alguna que otra lágrima de emoción. Tanto fue su éxito que muy pronto empezaron a salirle imitadores, e incluso, aunque no lo crean, en España también los hubo. Se trataba del actor, director, guionista y productor Benito Parojo, el cual creó un personaje igual al de Chaplin pero llamado “Peladilla”. Aunque era muy parecido a él en la vestimenta, no lo era tanto en la forma de ser, pues mientras Charlot era un hombre golpeado por la mala suerte e inocente en sus formas, Peladilla era un granuja castizo, poco honrado, un tanto amoral y que aunque el público se destornillara con sus ocurrencias, era meramente un pícaro que en muchos casos rememoraba la gran tradición española de picaros que aparecen en nuestra literatura, como por ejemplo el Lazarillo de Tormes, el Buscón o el Guzmán de Alfarache.

Hacia 1915 consiguió un gran éxito con un total de 5 cortos: Garrotazo y tentetieso; Peladilla, cochero de punto; Donde las dan las toman; Clarita y Peladilla en el football; y Clarita y Peladilla van a los toros. En ellos Benito Parojo no solo busca en el espectador una risa fácil sino que también les muestra las miserias de aquella época de principios del siglo XX. Y aunque no son tan profundas como las películas de Charles Chaplin, este director –autor  es ante todo un maestro del costumbrismo español. Tiempo después lo plasmara en otras películas como La Verbena de la Paloma o Suspiros de España. Pero esta tendencia al costumbrismo le ocasionó ser despreciado por los intelectuales de antes de la Guerra Civil. Uno de sus enemigos más furibundos fue Luis Buñuel el cual creía que las películas de Parojo eran rancias y que mostraban lo más bajo de la condición social española. Incluso acuñó el termino perojismo para calificar a las malas películas de nuestro país. Esto le llevó caer en el olvido durante mucho tiempo, aunque actualmente poco a poco vuelve a salir a la luz sus grandes dotes de cinematógrafo y a otorgársele el merito que siempre tuvo al ser uno de los iniciadores del cine español.