A comienzos del
siglo XX, de la mano del actor Charles Chaplin, apareció en las pantallas de
cine uno de los iconos más grandes de la historia del celuloide: Charlot. Con
su bombín, bigote, bastón de caña flexible y unos andares de pato, este
personaje consiguió encandilar a todos los espectadores haciéndoles soltar unas
veces una buena carcajada y al rato alguna que otra lágrima de emoción. Tanto
fue su éxito que muy pronto empezaron a salirle imitadores, e incluso, aunque
no lo crean, en España también los hubo. Se trataba del actor, director, guionista
y productor Benito Parojo, el cual creó un personaje igual al de Chaplin pero
llamado “Peladilla”. Aunque era muy parecido a él en la vestimenta, no lo era
tanto en la forma de ser, pues mientras Charlot era un hombre golpeado por la
mala suerte e inocente en sus formas, Peladilla era un granuja castizo, poco
honrado, un tanto amoral y que aunque el público se destornillara con sus
ocurrencias, era meramente un pícaro que en muchos casos rememoraba la gran
tradición española de picaros que aparecen en nuestra literatura, como por
ejemplo el Lazarillo de Tormes, el Buscón o el Guzmán de Alfarache.
Hacia 1915
consiguió un gran éxito con un total de 5 cortos: Garrotazo y tentetieso; Peladilla,
cochero de punto; Donde las dan las
toman; Clarita y Peladilla en el
football; y Clarita y Peladilla van a
los toros. En ellos Benito Parojo no solo busca en el espectador una risa fácil
sino que también les muestra las miserias de aquella época de principios del
siglo XX. Y aunque no son tan profundas como las películas de Charles Chaplin,
este director –autor es ante todo un
maestro del costumbrismo español. Tiempo después lo plasmara en otras películas
como La Verbena de la Paloma o Suspiros de España. Pero esta tendencia
al costumbrismo le ocasionó ser despreciado por los intelectuales de antes de
la Guerra Civil. Uno de sus enemigos más furibundos fue Luis Buñuel el cual
creía que las películas de Parojo eran rancias y que mostraban lo más bajo de
la condición social española. Incluso acuñó el termino perojismo para calificar a las malas películas de nuestro país.
Esto le llevó caer en el olvido durante mucho tiempo, aunque actualmente poco a
poco vuelve a salir a la luz sus grandes dotes de cinematógrafo y a otorgársele
el merito que siempre tuvo al ser uno de los iniciadores del cine español.