jueves, 25 de septiembre de 2014

EL NOMBRE DE DIOS - Javier Martínez-Pinna



En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas (Juan. 1:1-3)

Cuenta la leyenda que poco antes de la caída de la Península en manos de los moros, el rey de los visigodos, Don Rodrigo, estaba falto de dineros con el que sofocar las continuas revueltas y amenazas que azotaban su reino. Un buen día se enteró que en Toledo existía un castillo señorial guardado por siete llaves y siete puertas y que en su interior había un gran tesoro, originario de los tiempos en que el mítico Hércules hacía sus correrías antes de que ni siquiera existiera la palabra Hispania. Pero cuando don Rodrigo ya se precipitaba hacia ese lugar un sabio le dijo que sobre aquel tesoro pesaba una maldición y que aquel que osara violentar su secreto no solo perdería su vida sino todo el reino. El osado rey, encegado por el brillo del oro, no le hizo casi y con la sola ayuda de su espada violentó las siete cerraduras y acto seguido irrumpió cual toro en la maravillosa sala en donde tal vez se hallara la solución a todos sus problemas. Pero allí no encontró nada de valor, alguien se le había adelantado, pues solamente había una mesa de madera con un pergamino mohoso que a primera vista no tenía gran valor. Pero cuando lo desenrolló sus ojos se quedaron asombrados al contemplar las confusas imágenes de unas personas, de figura enjuta, morenos, tocados con unos turbantes blancos y armados hasta los dientes que le miraban fijamente. Y bajo ellos su propio cuerpo, atravesado por mil lanzas. Tiempo después aquella amenaza se cumplió al lado del río Guadalete pues en verdad no solo perdió su vida sino también todo el reino visigodo junto con sus grandes y misteriosos tesoros.

Lo primero duda que nos asalta al leer esta leyenda, es lo siguiente ¿qué es lo que había dentro de aquel lugar? Y lo segundo ¿por qué desapareció y quién tuvo tanta prisa en llevarse el tesoro? Mucha gente ha querido buscar la respuesta, pero solo algunos se inclinan a dar una opinión clara. En lo que casi todos coinciden es en señalar a lo que se ha denominado como el Grial del Oriente: La Mesa de Salomón. ¿Era este el tesoro? Y ¿Qué se sabe de esta fantástica reliquia? El autor Javier Martínez-Pinna, en su libro El Nombre de Dios, editado por Nowtilus recientemente, mediante un estilo claro, directo y apoyado por un gran aparato crítico y documental es el encargado de hablarnos de la importancia, origen y enigmas que existen alrededor de este tesoro buscado por cientos de personas alrededor de la historia.

A través de sus 250 páginas, el autor nos habla del devenir de esta Mesa (algunos la llaman espejo) desde el mismísimo momento en que supuestamente fue creada en los tiempos bíblicos de Moisés y Salomón, pasando por su expolio durante el saqueo de Jerusalén por las fuerzas romanas de Tito en el año 70 d.C; su traslado definitivo a la Península desde la caída de Roma en el 410 a manos de los godos de Alarico; y finalmente su hallazgo por parte de los musulmanes de Tariq y Muza en el 711 siendo llevado a Oriente en donde se pierde su rastro. Aun así, son muchos los que la han seguido buscando ya que opinan que La Mesa de Salomón acabó quedándose en la Península Ibérica pues antes de que los moros la encontraran algunos sabios se encargaron de enterrarla en algún lugar secreto, supuestamente en Toledo, Jaén… vayan ustedes a saber.

Entonces ¿qué es la Mesa de Salomón y por qué todo el mundo la busca con ansia? Esta misteriosa reliquia ha quedado a la sombra de otros famosos tesoros por lo que normalmente el vulgo no tiene mucho conocimiento de su existencia. Tanto es el desconocimiento que se tiene de ella que incluso hasta los expertos en el tema están divididos en hallar su naturaleza y esencia. Para empezar hay que señalar que unos la llaman Mesa, mientras que otro Espejo, y que su poder radica en que o bien muestra en su clara faz todo el mundo conocido; el pasado y el futuro de la humanidad; o que mediante la alineación perfecta de su geometría se puede hallar el Nombre Secreto de Dios o Shem Shemaforash y que gracias a el y su acústica se puede crear vida, modificarla o eliminarla. ¿Cómo era esta Mesa-Espejo de Salomón? Existen grabados e imagines posteriores pero pocas descripciones fehacientes. Por ejemplo el historiador musulmán al-Maqqari nos dice lo siguiente:

La Mesa estaba hecha de oro puro, incrustado de perlas, rubíes y esmeraldas, de tal suerte que no se había visto otra semejante (…) estaba colocada sobre el altar de la iglesia de Toledo, donde la encontraron los musulmanes, volando la fama de su magnificencia. Ya sospechaba Tarik lo que después sucedió de la envidia de Muza, por las ventajas que había conseguido, y que le había de ordenar la entrega de todo lo que tenía, por lo cual discurrió arrancarle uno de los pies y esconderlo en su casa, y éta fue, como es sabido, una de las causas de que Tarik y Muza disputasen ante el califa sobre sus respectivas conquistas, disputa en la que Tarik quedó vencedor.

Esta ausencia de noticias claras y encaje de bolillos es lo que ha producido que desde su misteriosa desaparición han sido legión los que la han buscado desde hace cientos de años. Personajes históricos importantes, ciudades y lugares como la imperial Toledo, el Reino Santo de Jaén, Medinaceli, Alcalá de Henares, u oscuras sectas como la los Doce Apóstoles, han sido subyugados o responsables de haber albergado este grial tan enigmático. Les invito a que conozcan la historia de la Mesa de Salomón, sus enigmas y claves, y que a la vez se dejen subyugar por una de las leyendas más importantes de todos los tiempos a través de las páginas de la obra de Javier Martínez-Pinna, El Nombre de Dios. No les defraudará.