Aunque durante
la Edad Media el nombre de Urraca era bastante común, hubo algunas personas que
le mostraban cierto rechazo debido a las connotaciones que desprendía aquella
ave. Una de ellas fue Leonor de Aquitania, que por tener aversión al susodicho
nombre le cambió la esposa a su hijo. Se dice que le ex reina de Francia y
reina madre de Inglaterra decidió ella misma cruzar los Pirineos en pleno
invierno para buscar a su nieta, Urraca, que a la vez era la hija mayor de
Alfonso VIII de Castilla, y así casarla con el delfín Luis. Según parece cuando
llegó ante ella no le agradaron las maneras de la joven, pero sí en cambio las de
su otra nieta Blanca que en ese momento tenía doce años y a la que veía una
mujer más fuerte y decidida. A Leonor de Aquitania, por tanto se le presentó un
problema pues debía explicar los motivos de por qué no había elegido a Urraca. Es por ello por lo que dijo a todo el mundo
que no había elegido a la hermana mayor debido a que los franceses no aceptarían
nunca a una reina que tuviera el nombre de un ave de tan mal agüero, pero si en
cambio a una que tuviera el de Blanca, que es signo de pureza.