lunes, 26 de enero de 2015

LAS TRAVESURAS DE UNA NIÑA SANTA



En el año en el que escribo esta historia se conmemora el Quinto Centenario del nacimiento de la gran mística española Santa Teresa de Jesús. Quien más quien menos conoce sus grandes obras y el numero de conventos de inauguró en vida. Pero a pesar de todas sus bondades y milagros es poco conocido el lado travieso que tenía cuando solamente era una niña. Teresa de Cepeda y Ahumada (1515 – 1582) tenía nada menos que doce hermanos, pero con quien mejor se llevaba era con uno que se llamaba Rodrigo. Solían jugar juntos y a ambos les encantaba leer historias de santos. Se les hinchaba el corazón al rememorar las prédicas y martirios que habían tenido que soportar estos santos varones al difundir el mensaje cristiano por el mundo. Así pues, cuando Teresa tenía siete años, convenció a su hermano para que se fugaran de casa y marcharan a Jerusalén para buscar la palma del martirio. Y de esta manera, equipados con un simple hatillo, y sin ningún miedo, ambos se echaron a los caminos. Pero cuando solo habían recorrido un par de kilómetros, a las afueras de Ávila, se encontraron con un tío suyo, hermano de su padre, el cual se extraño mucho de verlos tan temprano andando por el campo. Le dijeron que no se preocupara pues iban a “tierra de infieles” a convertir a “los moros” a la religión verdadera. El tío, dándose cuenta que todo era una pillería infantil, cogió a los dos aprendices de mártires por las orejas y se los llevó de nuevo a casa mientras les echaba una buena reprimenda.