En 1922 Howard
Carter llegó a Luxor para comenzar una nueva campaña de excavaciones. Para
sorpresa de todos éste llegó acompañado de un nuevo amigo, un canario amarillo,
que tenía la misión de alegrar con sus canto su estancia. Aunque al principio
los obreros lo veían como una excentricidad pronto comenzaron a cogerle tanto
cariño que con el tiempo se convirtió en un símbolo de buena suerte. Y así se
lo comunicaron a Carter: “Es un pájaro dorado que traerá suerte. Este año
encontraremos, si Dios lo quiere, una tumba llena de oro”. Y así fue, pues el 4
de Noviembre de ese año, el arqueólogo y su equipo descubrieron la tumba de
Tutankhamón. Pero pronto la alegría se convirtió en consternación, pues al poco
tiempo una cobra se comió al Pájaro Dorado. Este hecho asustó mucho a los
obreros quienes pensaban que las serpientes nacían en las cabezas de las
momias, y que ésta se había vengado del arqueólogo por haberle despertado de su
sueño eterno. Además también creían que la muerte del pajarillo vaticinaba una
muerte. En este caso fue la de uno de los integrantes del equipo de Carter,
Lord Carnarvon, quien murió a los cuatro meses. Nacía así la maldición de la
momia.