¿Sabías que las
grandes tragedias en estadios cerrados durante eventos deportivos no solo se
han producido en la actualidad? También durante el imperio romano se produjo
uno de los mayores desastres que ha
conocido la Historia. Aunque en este caso la culpa no la tuvieron aficiones
enfrentadas a muerte sino la avaricia de un especulador desaprensivo. Hemos de
retroceder al 27 d. C cuando se levantó una prohibición que había ordenado el emperador
Tiberio con respecto a los espectáculos de gladiadores. Un empresario llamado
Atilio, viendo que los espectadores volvían a llenar hasta los topes la arena
de los anfiteatros pensó que debía construir un anfiteatro de madera en Fidenas y vender e
igualmente revender cientos de entradas a un precio irrisorio con el único fin
de llenar sus bolsillos. De resultas de este movimiento especulativo llegó a
meter en el mismo recinto, totalmente apiñados, a un total de 50.000 personas.
Pero cuando los gladiadores llevaban un rato atacándose mutuamente la
estructura de este improvisado anfiteatro acabó cediendo, provocando que más de
20.000 romanos murieran aplastados. ¡Una barbaridad! De resultas de ello las
autoridades tomaron las siguientes soluciones: a partir de entonces todos los
anfiteatros serían construidos en piedra para evitar que se desmoronasen, e
igualmente se prohibieron los espectáculos que fueran organizados por personas
que tuvieran unas rentas inferiores a 400.000 sestercios.