viernes, 26 de junio de 2015

COMO PERDER UNA BATALLA MIENTRAS SE DUERME



Después de la Batalla del Álamo (6 de Marzo de 1836) el ejército mexicano, al mando del general Antonio López de Santa Anna, se sentía imparable, casi invencible, pues no había enemigo que le pudiera plantar cara. Tan confiado estaba el general que, a pesar de los consejos de sus subalternos, decidió entrar en Texas con la misión de destruir al ejército texano, comandado por Sam Houston, y que desde la tragedia de El Álamo estaba en franca huida. De esta manera el 19 de Abril de ese mismo año las primeras avanzadillas mexicanas llegaron a las cercanías del río San Jacinto.

Pasados dos días el general Santa Anna, confiando en que los texanos eran pocos y que no podían causarle ningún daño, mandó a sus tropas que  descansaran todo el día, que se refrescaran en el río que tenían a sus espaldas, y que cuando llegara el mediodía echaran una siestecita. Cosa que él mismo hizo bajo un árbol cercano al campamento militar. E incluso ordenó que no se pusieran centinelas en los alrededores para que no le despertaran al emitir el santo y seña. Pero lo que no sabía el general mexicano es que el ejército de Sam Houston y James C. Neill habían recibido refuerzos y estaban agazapados precisamente al otro lado de un bosquecillo que había enfrente de las tropas mexicanas. Cuando sus propias espías les comunicaron el lamentable estado de las fuerzas enemigas no dudaron un solo minuto y ordenaron a sus soldados que atacaran sin más dilación. En verdad era una oportunidad única en la vida.

Lo primero que hicieron las tropas texanas fue derribar el puente que había sobre el rio Jacinto con el objetivo de cortar la retirada de los mexicanos, y acto seguido, con gran griterío, cargaron contra las primeras líneas enemigas. Fue todo un éxito pues debido a este ataque relámpago pillaron desprevenidos y somnolientos a los mexicanos los cuales no sabían por donde les venían los disparos. Incluso algunos texanos se sorprendieron al encontrar a algunos soldados todavía durmiendo a pierna suelta dentro de las tiendas. Aunque parezca increíble la batalla solo duró ¡18 minutos!  La derrota mexicana fue aplastante, ya que en total murieron 630 soldados, 208 sufrieron heridas mortales, y 730 fueron capturados cuando quisieron huir precipitadamente saltando el rio, mientras que los texanos solamente tuvieron 9 muertos. Pero ¿y qué pasó con el general Santa Anna? Pues sencillamente que no se enteró de la batalla. Cuando despertó se encontró rodeados de soldados enemigos que le apuntaban con sus bayonetas que creían haber capturado a un oficial importante. Aun así, cuando los mexicanos capturados estaban siendo concentrados, uno de los prisioneros le reconoció llamándole ¡señor Presidente! Fue en ese preciso momento cuando se descubrió el pastel. ¡El general y presidente de México había sido atrapado mientras echaba una siesta!

Esta victoria tuvo como consecuencia la independencia de Texas a través del Tratado de Velasco, firmado el 21 de Mayo de 1836, posteriormente corroborado por el otro tratado conocido como el de Guadalupe Hidalgo (1848). Es resumidas cuentas, unos cuantos ronquidos son el origen del actual estado americano de Texas.