Durante la
Segunda Guerra Mundial fueron muchas las personas que decidieron arriesgar sus
vidas para salvar a los judíos de los campos de concentración y de ser ejecutados
sin piedad. Artistas, diplomáticos, soldados y hasta deportistas optaron por
anteponer su conciencia antes que su seguridad para poner a buen recaudo a
cuantos judíos hubiera a su alrededor. Uno de estos héroes fue el ciclista
italiano Gino Bartali, más conocido como Il Ginettacio (1914 – 2000), quien
gracias a su actitud desinteresada salvo a cientos de ellos y que por tanto fue reconocido posteriormente como Justo entre las Naciones por su impecable
conducta moral. Este deportista, ganador de tres Giro de Italia y dos Tour, durante
el conflicto se entrenaba con toda normalidad por las carreteras secundarias de
su Toscana natal, pero un buen día recibió la visita del cardenal Elia Angelo
Dalla Costa el cual le propuso un arriesgado plan para salvar a los más de 15.000
judíos que habían llegado a Italia y que debido a las leyes raciales que se
estaban imponiendo en el país estaban escondidos en iglesias, conventos y otros
centros de tipo religioso. Esta difícil misión consistía en que Bartali debía pasar
clandestinamente documentos falsos y fotos con los que muchos perseguidos
podrían salvarse de las garras de los nazis y fascistas italianos. Nuestro
ciclista comprendió enseguida lo que se esperaba de él y no dudó un minuto en comprometerse.
Para ello escondía los documentos en su bicicleta y como era famoso ninguna
persona lo paraba en los controles de carretera. Según cuenta en sus memorias
Giorgio Nissim, otro de los cerebros de la operación, Bartali logro salvar,
gracias a este método, a un total de 800 judíos. Así pues un buen número de
generaciones posteriores de judíos le deben a las piernas de este héroe silencioso
su existencia.