jueves, 31 de marzo de 2016

BREVE HISTORIA DE LOS DIRIGIBLES - Carlos Lázaro Ávila



Una de las fotos y escenas más famosas e icónicas del siglo XX se produjo el 6 de Mayo de 1937 en el gran descampado yermo  que era entonces la Estación Aeronaval de Lakehurst (Nueva Jersey – Estados Unidos) Una gran aeronave, gigante cual Leviatán, se encuentra estacionada en ese lugar y tras un fuerte destello provocado por la electricidad estática de una tormenta anterior comienza  arder y a desmoronarse en una enorme bola de fuego y a consumirse entre una oleada de gritos desgarradores. Y aunque las imágenes son en blanco y negro, de noticiero cinematográfico, nos asombra la precisión con que nos enseña una de las debacles más grandes de la Historia Contemporánea. En total murieron 36 personas (de las 97 que había en ese mismo momento a bordo) o bien consumidas entre las llamas o aplastadas por la enorme estructura de la ballena aérea. Aquello supuso no solo la trágica muerte de aquella gente sino también el ocaso de uno de los sueños del ser humano: la quimera del zepelín. Ya nada sería igual, y aunque en la actualidad comienza a ser de nuevo tomado en importancia tanto militar, estratégica o civil, ya nada podrá igualar la magnificencia de aquellos ingenios que con su sola presencia en el aire, o el divisar su alargada sombra en un dorado maizal, hacia que los hombres se sintieran satisfechos de su condición humana o, a la inversa, sintieran pavor ante el poderío que podía acabar con ellos. La historia de los dirigibles, es la historia de un esfuerzo, de un titánico avance tecnológico que hizo al hombre tener la pretensión de querer igualar a las aves y ser tan libres como ellas. Así pues para conocer su épica historia nada mejor que adentrarnos en el trabajo de Carlos Lázaro Ávila: Breve Historia de los dirigibles, editado por Nowtilus.

El autor nos lleva, como si tuviera una máquina del tiempo, a los mismos comienzos de la aeronáutica, allá por el siglo XVII y XVIII cuando se pensaba que volar era un sueño imposible y que casi rozaba el pecado. Destacan en estos tiempos los ingenios del jesuita Lana de Tarzi o Passarola de Gusmao que no pasan más allá de experimentaciones y en algunos casos demostraciones públicas o regias con las que asombrar a su público. Pero la llama de estos experimentos no fue apagada y casi entrando en el siglo XIX los Hermanos Montgolfier o los grandes balones de hidrogeno de Charliere fijan lo que serían las bases científicas de los globos. De ahí, y a partir de la experimentación a base de avances y retrocesos se llega a la figura alargada que serán los dirigibles. Gente como Santos Dumont, o Ferdinand von Zeppelin hace que estas grandes ballenas puedan dirigirse a distancias más largas creando con ello un nuevo tipo de transporte aéreo en paralelo con el nacimiento de la aviación. Estos armatostes se utilizarán esencialmente para dos cosas: la guerra y los viajes de lujo.
En cuanto al primer campo, la aeronáutica, sobre todo alemana, quiso incorporar este ingenio al rearme general que se estaba produciendo con vistas a la llamada Primera Guerra Mundial, aquella que supuestamente iba acabar con todas las guerras actuales y futuras. Pero aunque los dirigibles, o zepelines, demostraron su fuerza intimidatoria no fueron más allá de ser un simple icono del conflicto, pues su utilidad no fue exprimida al máximo sobre todo por lo caros que resultaban al fabricarlos. Terminada la guerra, y viendo que la aviación era más efectiva, se le quiso dar un nuevo uso: el de ser los nuevos transatlánticos de lujo. Aquellas naves se convirtieron en iconos del lujo y el derroche, equipándolas con todo tipo de comodidades e incluso de excentricidades como por ejemplo la pista de foxtrot alojada en el dirigible R101. Pero aquel exceso terminó de manera brusca aquel  6 de Mayo de 1937 cuando el Hindenburg, a modo de nuevo Titanic acabó consumido en la pista del aeródromo americano. Con él se acabó verdaderamente la era de los dirigibles.
Como se podrá ver la gesta de estas maquinas es apasionante, y vale la penar conocerla pues gracias a ella podrá conocer a la vez la evolución de la mentalidad europea. Muy entretenido de leer, Breve Historia de los dirigibles está destinado no solo a los apasionados de la aeronáutica sino también de aquellos que desean adentrarse en uno de los episodios más importantes del siglo XX. Así pues les invito a deleitarse y asombrarse con la egregia figura de aquellos soberbios aparatos de inolvidable semblante. ¡Buen viaje!