Cuenta el historiador Cayo
Suetonio Tranquilo (70 – 126 d. C) que entre todos los vicios y rumores que
envolvían a Tiberio (42 – 37 d. C) se decía que también era todo un borracho y
que le gustaba ingerir grandes cantidades de vino. Hay que recordar que el
nombre completo de este emperador era Tiberius Claudius Nero, y es por eso que los
soldados de la guardia pretoriana, sabiendo el gusto que tenía por empinar el
codo no tardaron en cambiarle el nombre por el de Biberius Caldius Mero, o lo
que es lo mismo “auténtico bebedor de vino”. A decir verdad, lo más seguro que
este apelativo sea falso, al igual que muchos de los otros chismes que corrían
de boca en boca por Roma acerca de la personalidad del emperador.