jueves, 8 de junio de 2017

BREVE HISTORIA DEL IMPERIO OTOMANO - Eladio Romero e Iván Romero



Ahora que estamos en la era digital aprovechémonos de ella y cojamos a lazo un satélite. Cualquiera de los que están el éter nos vale y enfoquemos, como si fuera la varita mágica del Google Earth hacia el Mediterráneo. Rápidamente tendremos delante de nosotros la puerta trasera de Europa, el Mare Nostrum de los romanos, y en vez de enfocar con el objetivo hacia la izquierda vayamos en cambio hacia la derecha hasta el final de esta piscina. Observaremos que las tibias aguas de este mar chocan contra una península llamada Anatolia (del griego anatolé que significa oriente) y que allí, en la actualidad, se encuentra uno de los países más importantes del mundo: Turquía. Otrora gran imperio hoy es uno de esos lugares que de continuo sale en las noticias, ya sea por sus continuas reclamaciones de entrar en la Comunidad Europea, o por ser puerta de una gran mayoría de refugiados que intentan entrar en el continente debido a la terrible guerra que dejan atrás en Siria, o últimamente por su fallido golpe de estado. Este país laico y de gobierno republicano es sin lugar a dudas muy distinto a los países islámicos con los que convive y parece querer conservar su rica herencia poniendo un ojo en el Este y otro en el Oeste. Y es que su legado es una de esas historias que vale la pena conocer ya que fue uno de los mayores imperios de la Historia desde la Edad Media hasta comienzos del siglo XX llegando sus dominios desde Centroeuropa hasta una parte de Asia. Temido y admirado a la vez, las potencias enemigas unas veces luchaban contra ella a muerte y otras veces no dudaban en pactar con la media luna. Es uno de los imperios que han dejado impronta en la Historia Universal y por ello les invito a conocer su increíble gesta a través del trabajo de Eladio Romero e Iván Romero: Breve Historia del Imperio Otomano (Nowtilus, 2017)

Pero… ¿cuál es su origen? Durante la Edad Media gran parte de la península de Anatolia estaba gobernada por un imperio conocido como el selyucida quienes habían tomado bajo su egida a una serie de pueblos turcos, con un idioma en común,  que les servían como soldados a sueldo. Pero los continuos ataques de los mongoles habían propiciado que estos turcos comenzaran a tener mayor influencia hasta conseguir acabar con el poder establecido. De esa manera pasaron de ser vasallos a señores siendo Osman I el verdadero fundador del nuevo imperio, el otomano (o Utman I Gazi). Desde ese momento sultanes como Orkhan, Murad I y Bayaceto (más conocido como El Rayo, o el Sultán Caballero) ganaron, ampliaron y consolidaron el nuevo imperio a base de ganar terreno a su enemigo mortal, Bizancio, o de tomar grandes zonas de Bulgaria y Serbia.  Poco a poco los otomanos comenzaban a hincar sus dientes en Europa y sus victorias en los Balcanes y el primer sitio de Constantinopla hicieron que toda la cristiandad empezara a preocuparse por quién doblan las campanas. Es el nuevo terror en los sueños de los cristianos más fervorosos.

Los siglos que van del XV al XVIII fueron verdaderamente los siglos del esplendor Otomano. Bajo la egida de Murad II y Muhammed II, alias el Conquistador, el imperio se coronó como rey del Mediterráneo. Un ejemplo: en el mandato del segundo se llegó a culminar el sitio de Constantinopla (1453) lo que supuso todo un revés para el cristianismo. Algunos creían que ese iba a ser el techo que alcanzaría este imperio, pero se equivocaron, pues los turcos todavía estaban hambrientos de conquistas. Con sultanes como Selim I o Solimán I el Magnifico el Mediterráneo se convirtió en territorio donde gran mayoría de los reinos de la cristiandad debían pagar tributo a la media luna. El imperio se había organizado de manera excelente con un poderoso ejército, fuerte y disciplinado en el que destacaban sobre todo la fuerza de los jenízaros, o soldados de origen europeo y cristiano que habían sido secuestrados y adiestrados en las armas a la vez que reeducados en el Islam. A eso hay que añadir la gran política aperturista y tolerante en materia religiosa y cultural que había establecido Solimán I. Bajo el mandato de estos sultanes  el alfanje turco llegó hasta Hungría, Valaquia, Moldavia, Transilvania e incluso había destronado a los mamelucos de Egipto.

Pero a la muerte de Solimán el imperio comenzó a mostrar sus primeros síntomas de decadencia. Los ulemas u hombres de religión y los jenízaros poco a poco se hicieron más fuertes que los propios sultanes y convirtieron a estos en auténticas marionetas en sus manos. La corrupción, la incompetencia y las intrigas palaciegas minaban desde dentro los fuertes pilares que los antiguos sultanes habían construidos. Y a esto se le añade que además que las victorias comenzaban a ser menos que las derrotas, como por ejemplo la de Lepanto en tiempos de Selim II (1571) que supone un punto de inflexión, en este caso negativo, en el devenir del sueño otomano. Aun así a pesar de ello las victorias de Murad IV contra los persas (1638) o el nuevo sitio de Viena en 1683 hace que el imperio recupere un poco de su antigua gloria (aunque con la firma del tratado de Karlowicz pierden los terrenos de Hungría).

El siglo XIX y XX es sin lugar a dudas el ocaso y muerte del Imperio Otomano. Durante esos siglos los turcos pierden continuamente territorios confirmando al mundo que es un animal herido de muerte. Vive a expensas del devenir de la política internacional llegando incluso a pedir ayuda a las potencias europeas en la Guerra de Crimea (1853 – 1856) por miedo a las ansias expansionistas de Rusia. Es como dijo Nicolás I “el enfermo de Europa”. Un lastre que nadie quiere. Durante la Primera Guerra Mundial se alía junto a Alemania y Austria y la derrota de éstos será la puntilla de su propia historia. Es uno de aquellos gigantes que cayeron en los campos de plomo y fuego. La carta de defunción del Imperio fue el Tratado de Sévres de 1920 pudiéndose poner la fecha de 1923 como el entierro de uno de los mayores imperios que ha conocido la historia. Turquía se convierte en su heredera.

Como se puede ver en este pequeño resumen, la historia del Imperio Otomano es de lo más interesante. Esplendor y decadencia, guerras y hazañas sin fin, es lo que nos depara el libro que en estos momentos tengo entre manos y que vale la pena leer. Así pues les animo abrir este volumen y a dejarse maravillar por la odisea de los Señores del Horizonte. Buena lectura.