lunes, 28 de agosto de 2017

LA CAPITAL QUE NUNCA DUERME



A cualquiera que se le pregunte  cuál es la capital de Estados Unidos, obviamente responderá que Washington D.C. Eso es algo asumido, pero ¿sabías que durante cierto tiempo la ciudad de Nueva York fue la capital de ese país? Pues sí, ocurrió entre el 11 de enero de 1785 y el 12 de agosto de 1790. Y fue durante esos cinco años que la ciudad que nunca duerme acogió las reuniones del Congreso de la nueva nación. Para ello se habilitó un edificio, el Federal Hall, que está situado cerca de la sede de la Bolsa de Nueva York, y que además fue donde George Washington tomó posesión como primer presidente del país en 1789 (actualmente se puede ver una estatua conmemorativa de él delante de este edificio). Pero como no había sitio suficiente para acoger el Congreso y los nuevos ministerios, los congresistas tuvieron que acudir a otro lugar, la Taberna Fraunces, situada en el 54 de Pearl Street,  para hacer sus trabajos. Su dueño, un tal Samuel Fraunces, había sido un activista, además de espía, muy importante durante la guerra de independencia, y por eso no tuvo problema en alquilar parte de su edificio para acoger los ministerios de Exteriores, Guerra y del Tesoro. Me imagino que los congresistas entre papeleo y papeleo no tendrían problema en servirse alguna que otra pinta de cerveza con la que alegrar su trabajo.