sábado, 18 de abril de 2020

VOLVER A CASA EN EL TRANSIBERIANO


A finales del siglo XIX el Imperio Ruso tenía necesidad de expandirse hacia el Este para poder así explotar las riquezas de esa zona además de tener conectado el extenso territorio del imperio desde Moscú hasta el Pacífico. Para ello lograron constuir en un tiempo record, quince años, uno de los ferrocarriles más famosos de la Historia: el Transiberiano. En él comenzaron a desplazarse desde viajeros, soldados o comerciantes que veían oportunidades más allá del horizonte y en alguna ocasión incluso fue aprovechado para protagonizar una de las fugas más rocambolescas que se recuerdan, como la efectuada por la llamada Legión Checa. Todo ocurrió a finales de la Primera Guerra Mundial, cuando en 1917 el nuevo gobierno ruso, es decir el gobierno bolchevique, se retiró de la contienda y firmó la paz con Alemania. Pero mientras todo se reorganizaba de nuevo, nadie se acordó que en Siberia había un total de 50.000 soldados checos prisioneros los cuales viendo el estado de desorganización que había decidieron crear la Legión Checa y así, uniendo sus fuerzas, poder volver al hogar. Después de mucho cavilar llegaron a la conclusión que lo mejor era llegar al Transiberiano, a Vladivostok y, mientras tanto,  ocupar el tramos existente entre  Omsk y el lago Baikal, en medio de la guerra civil que se estaba produciendo, y luchar contra quien fuera, daba igual si eran soldados rojos o blancos. Al final acabaron entregando un contingente de tropas bolcheviques  al almirante Alexander Kolchak, que en ese momento era jefe del ejército zarista, quien en premio por su aportación les dio vía libre para llegar hasta Vladivostok y embarcarse hacia Europa en 1920.