sábado, 15 de agosto de 2020

LA VOZ DORMIDA - Dulce Chacón



No hemos perdido la dignidad. -No, sólo hemos perdido la guerra, ¿Verdad? Eso es lo que creéis todas, que hemos perdido la guerra. -No habremos perdido hasta que estemos muertas, pero no se lo vamos a poner tan fácil. Locuras, las precisas, ni una más. Resistir es vencer.

La escritora Dulce Chacón dijo una vez en una entrevista en la revista Meridiam que las mujeres perdieron la Guerra Civil dos veces. Por un lado, al igual que los hombres, sufrieron la derrota militar en 1939, pero es que además de ello también vivieron en sus propias carnes una enorme represión de género por parte de las autoridades que ostentaban el nuevo poder. Como bien dice el padre de Luisito al final de Las bicicletas son para el verano, con el fin de la guerra no había llegado la paz, sino la victoria. Es decir el comienzo del ajuste de cuentas que se llevara por delante, durante muchos años, las vidas de cientos de personas. Las mujeres, solamente por ser el mero hecho de serlo, fueron humilladas y vejadas (en las zonas rurales por ejemplo era común raparlas de vez en cuando y darles a beber aceite de ricino para “depurarlas” provocándoles con ello enormes diarreas), y todas aquellas detenidas con antecedentes de izquierdas o que solamente hubieran trabajado para la administración republicana durante la guerra fueron arrojadas sin piedad a distintas cárceles por todo el territorio español.  Dichos centros en su mayoría estaban regentados por órdenes religiosas en las que a pesar de ser dirigidos por gente cristiana se las imponían todo tipo de humillaciones y torturas para reeducarlas en la nueva feminidad nacionalcatólica y para recristianizarlas y que dejaran de ser “bestias comunistas”. Una de las más famosas fue la cárcel de Ventas (Madrid) en donde llegaron a convivir hasta 3.500 almas en un centro creado por Victoria Kent en la que solo debería haber 500 presas a lo sumo. Es de imaginar el enorme hacinamiento que habría allí dentro. En habitaciones en las que solo debería haber dos personas había hasta seis petates pegados; se dormía en los pasillos e incluso se malvivía en las escaleras. Así pues la falta de higiene, hambre y muerte era el día a día de estas mujeres que su único pecado había sido querer ser libres.

Y es en este centro penitenciario en donde se desarrolla gran parte de la novela que les traigo hoy aquí: La voz dormida, de Dulce Chacón. Digo una gran parte porque esta novela también se adentra en el mundo de los maquis que luchan en los cerros y montes contra la Guardia Civil y el Ejército. Allí dentro, en el penal de Ventas, se reúne un grupo de mujeres, una familia, como se la llamaban a estos pequeños grupos, que, a pesar de malvivir entre la muerte y la desesperación, siguen luchando por sus vidas, contra el desanimo, y sobre todo contra las entidades que las quieren hundir. Vemos cómo convivían, cómo eran estas cárceles por dentro, el injusto trato que las guardianas y las monjas las dispensaban, y las conexiones que tenían en el exterior con sus otros familiares y con las células que quedaban de la resistencia repartidas no solo por Madrid sino también por toda España. Una red de libertad que alcanzaba a todo aquel que quería vivir en un mundo en libertad y más justo. Cada una de ellas es una oda a la esperanza y es un canto a la fuerza de aquellas mujeres que con su tesón y valentía, a pesar de los castigos y las torturas, supieron mantener el espíritu de la lucha, negándose a vivir y no a sobrevivir. La voz dormida es un autentico monumento a las mujeres fuertes tanto en lo físico como en lo mental.

Esta novela, este testimonio de aquellos tiempos de lágrimas y plomo, es por un lado dura, muy dura en algunos párrafos, pero también bella y emotiva en otros. A lo largo de su lectura ha habido momentos en los que he sentido la pena, la rabia contenida y la alegría por las pequeñas victorias que estas protagonistas conseguían en el día a día. La prosa es bellísima y tan directa que es de esas novelas que de inmediato se convierten en auténticos clásicos de la literatura contemporánea, en este caso la española. Un libro que vale la pena leer alguna vez en nuestra vida y tener como referente para saber lo que sufrieron en aquellos años las mujeres y hombres que no se quedaron hundidos en el barro de la derrota y el olvido y que quisieron ser los protagonistas de su propia historia. La voz dormida es sin duda la novela de la esperanza, de la esperanza de un mundo mejor.