El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho (Miguel de Cervantes)
Desde que Helena de Constantinopla (250 – 330), más conocida como santa Elena en el mundo hispano y romano, madre del emperador Constantino, redescubriera las reliquias de la Veracruz en Jerusalén, la transformación de Tierra Santa, allá en Israel, en un verdadero parque temático religioso para los cristianos de todas las congregaciones existentes es un hecho innegable. Aquel fue el inicio, el toque de salida, para que miles y miles de creyentes en Cristo resucitado acudieran en tropel con el ansia de conocer y hollar con sus propios pies los mismos lugares que el Mesías conoció en su breve pero intensa vida. Y de la misma manera que las moscas acuden a la miel, estos turistas religiosos en el ir y venir en su peregrinación, al igual que pasa en todas las peregrinaciones repartidas por el orbe, han querido inmortalizar su viaje ya sea en forma de fotos o en la compra de reliquias y entradas para conocer tal o cual iglesia que represente cualquier escena que aparezca en las página de la Biblia. Es por tanto todo un negocio boyante que parece no tener fin y en el que la religiosidad/credulidad de los creyentes se hermana con las arcas de aquellos que quieren rentabilizar sus negocios turísticos. Y es aquí, a este lugar del Próximo Oriente, a Israel y alrededores, donde nuestros dos protagonistas, Bonoso y Antonio, dirigen sus pasos para mostrarnos por un lado los lugares claves en los que se cimenta toda la fe cristiana y judía y a la vez enseñarnos qué hay tras el telón de esta religiosidad desmedida.
Ya Juan Eslava Galán había escrito con anterioridad otros libros de viajes como por ejemplo El paraíso disputado (2004) ; Viaje a la costa de las ballenas (2006); o Ciudades de la Bética (2012), en los que Bonoso (su alter ego andariego) iba acompañado del escocés Angus. Pero esta vez cambia de tercio y se hace acompañar en Viaje a Tierra Santa (2022) por el eminente filólogo y escritor Antonio Piñero, especialista en temas de cristianismo primitivo y judaísmo en general. Y decir que el resultado de esta nueva combinación es de lo más exitosa. Ambos, Bonoso, un tanto pez en estos temas religiosos, y Antonio comienzan sus andanzas no por la misma Jerusalén sino más abajo, en el Monte Sinaí pues quieren principiar este viaje enseñándonos donde hunde sus raíces el judaísmo actual. De ahí, desde el lugar en que Moisés se extasió viendo la faz de Dios, toman ruta Norte y pasan por Tel Aviv, Galilea, se adentran en calles más emblemáticas de Jerusalen y por las zonas en la que se produjo la pasión de Cristo, y no acaba ahí su trajinar porque también tienen tiempo de acercarse a lugares importantes más allá de la muerte de Jesús y donde Pablo y los Apóstoles comenzaron a predicar y hacer crecer el cristianismo: Atenas y Éfeso.
Como se puede ver estamos ante un viaje de lo más entretenido con el que conocer el universo de los Santos Lugares, su historia, sus gentes y su rica arqueología. Pero, como indicaba un poco más arriba, nos enseña también otra realidad, la más prosaica: el negocio que se mueve allí de forma desproporcionada. Junto a las apreciaciones históricas que comparten Bonoso y Antonio, aparece el comercio y el saca-dineros existente en dicho turismo; los precios escandalosos en cada comida; en cada reliquia y en cualquier chuchería que queramos comprar, y todo adobado con el buen número de embustes y falseamientos históricos que sirven para cuadrar las citas bíblicas. Es decir, que muchas entidades gubernamentales o religiosas no tienen escrúpulos de jugar con la fe de los creyentes para lucrarse en un negocio que parece no tener fin.
Podríamos decir que Viaje a Tierra Santa es un libro en el que está perfectamente equilibrado por un lado la pura esencia de la narración en el que observamos el día a día de los protagonistas, es decir donde pernoctan; las curiosidades culinarias de Israel y Palestina; los transportes, la gente pintoresca que conocen, junto con el plato fuerte de temas históricos, arqueológicos o también temas tan candentes como el conflicto judeo-palestino. Por tanto nos encontramos con un relato de viajes erudito a la par que didáctico que además está lleno de anécdotas que más de una vez nos harán sonreír, y todo adobado con un estilo muy entretenido que hará que cuando levantemos los ojos de sus páginas pensemos que ¡pronto pasa el tiempo! En verdad os lo recomiendo.
Buena lectura.