martes, 3 de septiembre de 2013

EL HOMBRE DE PALO



En Toledo, cerca de la famosa Plaza de Zocodover hay una pequeña calle, algo estrecha, conocida como la del Hombre de Palo. Curioso nombre, pero el viajero que observa la placa detenidamente se queda pensando ¿quién era ese hombre? ¿y cómo podía estar hecho en madera? La respuesta es de lo más curiosa y para conocerla hemos de remontarnos al siglo XVI ya que en 1534 esta ciudad imperial adopto a un nuevo vecino llamado Juanelo Turriano (Cremona 1500 – Toledo 1585), al cual se le puede considerar como el Da Vinci español pues desde muy joven fue solicitado por los grandes reyes y Papas, como Carlos I, Felipe II  o Gregorio XIII, por sus habilidades como ingeniero o relojero. Según cuenta la tradición, mientras duraba la construcción del increíble ingenio mecánico que proveía de agua a la ciudad desde el Tajo, el ingeniero no recibía puntualmente sus emolumentos llegando muchas veces a estar en la mismísima ruina. Así que un día construyó en su casa un hombre de madera, que gracias a un artilugio interno le permitía recorrer las calles de Toledo con una hucha entre las manos para recoger las limosnas de la gente y así no morir de hambre. Cuando alguien introducía una moneda en la hucha, ésta al caer activaba un resorte permitiéndole hacer reverencias en agradecimiento por su generosidad.

En cambio otros estudiosos del tema opinan que era imposible que Turriano, a pesar de ser un genio, pudiera haber creado a un ser antropomórfico que caminara solo por las calles y luego volviera a casa sin ninguna ayuda. Por tanto creen que el Hombre de Palo era solamente un muñeco estático de madera que pedía limosnas en una céntrica calle de la ciudad para un hospital que se estaba construyendo cerca, precisamente la del Nuncio Viejo. Que andara solo o que fuera un simple trozo de madera nunca lo sabremos pues no ha quedado ninguna muestra de él ya que acabó sus días en la hoguera.