viernes, 13 de septiembre de 2013

EL VOGUE DEL SIGLO DE LAS LUCES



Durante el siglo XVIII los parisinos sufrieron una auténtica fiebre por las compras. Todos querían tener lo mejor, los accesorios más brillantes, los libros más deslumbrantes y sobre todo los vestidos más despampanantes y bellos que existieran. A las mujeres de la capital les encantaba ir a las tiendas y comprase todo tipo de telas con las que deslumbrar en los bailes… pero ¿cómo se las ingeniaban las mujeres que estaban fuera de París para seguir la moda? Los modistos, queriendo ganar más dinero, no dudaron en estrujarse el cerebro y crearon un modelo que viajase fuera de la capital y llevara la moda a cualquier lugar de Francia por muy alejado que estuviera. Y como sabían que los modelos querían (normal) que se les pagara la mensualidad crearon un tipo de modelo que nunca se quejara: las muñecas publicitarias. Se trataba de unas muñecas, unas veces rígidas y otras articuladas, a las que se las vestía con el último traje que hiciera furor y se las exhibía para que la dama provinciana picara y diera la tabarra a su marido y se lo comprara. Pero los modistos no quisieron estancarse en Francia sino que hicieron viajar a sus muñecas por toda Europa mostrando al mundo las colecciones que se creaban en París.