Sí, es cierto.
La segunda esposa de Fernando VII e hija primogénita del rey de Portugal, Juan
VI, cuando estaba en su segundo embarazo se encontraba en un estado de salud
bastante deteriorado, debido sobre todo al reciente aborto que había tenido anteriormente.
Es por ello que un día que estaba en Aranjuez este malestar se agudizó hasta el
extremo lo que le produjo una repentina pérdida de conocimiento. Los médicos
que la atendieron de urgencia pensaron que estaba muerta y para salvar al bebe
y futuro rey decidieron hacerle a la madre una cesarea postmortem. Y como
creían que estaba muerta, pensaron que no hacía falta anestesia así que sin las
pertinentes comprobaciones comenzaron a sajar el vientre de la difunta madre.
La reina, en cuanto sintió el frío acero del bisturí rompiendo sus carnes, gritó,
y aunque los médicos quisieron restañar las heridas para que dejaran de salir
sangre, era muy tarde. María Isabel de Braganza moría verdaderamente al rato, y para más tragedia la niña que llevaba en
las entrañas también.