En 1859 Wesley
Bradshaw, editor de la revista National
Stripes, entrevistó a un antiguo compañero de George Washington, Anthony
Sherman, quien le contó que a principios de la Guerra de Independencia el
primer presidente de los Estados Unidos de América tuvo tres visiones que le
marcarían para siempre. Todo comenzó a principios de la revolución, en una
tarde de invierno de 1777 en Valley Forge. Washington, estaba bastante
atribulado por los derroteros de la guerra, y mientras intentaba escribir un
mensaje sintió cerca de él la presencia de un “hermoso ser” que con voz
misteriosa le dijo: “Hijo de la República, mira y aprende”. Acto seguido lo
condujo a través de una neblina hasta un vasto espacio en el que se podían ver
todos los continentes. Del mar surgió un ángel oscuro el cual roció unas gotas
en el Océano Atlántico. Enseguida se formó un gran banco de niebla que acabó posándose
sobre las Trece Colonias. De aquel misterioso vapor se podían oír los gritos y
gemidos de los colonos. El significado era evidente: la Guerra de Independencia
iba a devastar a la joven nación americana.
Anthony Sherman
también cuenta que George Washington tuvo aquel día otras dos visiones más. En
la segunda un espectro negro se acercaba desde África y extendía su sombra por
todo Estados Unidos. En cuanto el halo negro estuvo por encima, todos los
ciudadanos empezaban a luchar entre si, hermanos contra hermanos. Cuando todo
parecía perdido un nuevo ángel, esta vez dorado, aparecía con una corona de luz
en la que se podía leer “Unión”, y de manera majestuosa colocaba una bandera
encima de la nación dividida mientras decía: “Recuerden, son hermanos”. La
Guerra Civil Americana, que tuvo a la esclavitud como consecuencia principal,
comenzó dos años después de la entrevista a Sherman.
La tercera
visión era más intrigante, pues el futuro presidente estaba vez vio como muchos
ejércitos provenientes de Asia, África y Europa devastaban el país con un arma
que brillaba con “una luz como mil soles”. Este rápido resplandor envolvía a
toda la tierra en una nube de terror. De nuevo surgió del océano un ángel pero esta
vez roció de agua el continente americano, y al igual que las flores empezaron
a brotar de la tierra un buen número de ciudades tras disiparse la oscura nube.
Fue entonces cuando aquel “hermoso ser” se giró hacia Washington y con voz
cristalina le dijo: “todo el mundo unido no triunfaría contra la república”. ¿Tal
vez se trate de una futura Guerra Mundial y de las terribles consecuencias que
pueden tener las armas nucleares?
Tras aquellas
visiones, asegura Sherman, Washington se sintió elegido por la providencia para
llevar a su país a la victoria contra los ingleses.