El Papa Julio II
fue era un auténtico príncipe del Renacimiento ya que no solo le agradaba el
arte sino también el sonido de los tamboriles de guerra. Por eso se le conoce
como el Papa Guerrero. Una de sus
ambiciones era recuperar los territorios papales repartidos por toda Italia,
por lo que se pasaba todo el rato con la espada en la mano, además de estar
discutiendo continuamente con Miguel Ángel gritándole aquello de “¿cuándo vas a
acabar?” (refiriéndose a la magna obra de la Capilla Sixtina). Así pues Julio
II, dadas sus aficiones bélicas, un día se dio cuenta que necesitaba un grupo
de guardaespaldas que velaran por su vida y por las posesiones vaticanas. De
esta manera el 22 de Enero de 1506 creó su propia guardia personal, más
conocida a través de la historia como la Guardia Suiza. ¿Y por qué suizos?
Porque en aquellos momentos eran los mejores mercenarios de la época.
En un principio
fueron 150 miembros y solamente se les exigía ser fervientes católicos. En la
actualidad son alrededor de 100 y además de tener que ser católicos se le pide
al que quiere ingresar en este cuerpo tener entre diecinueve y treinta años,
medir más de 1’74 metros y no estar casado, aunque el celibato no es
obligatorio. Pero lo que más llama la atención de estos guardias no es la
fanática devoción al papa de turno sino los llamativos colores de su uniforme.
Siempre se ha dicho que éste fue confeccionado por el artista preferido de
Julio II: Miguel Ángel. Pero esta leyenda urbana es más falsa que un euro de
corcho, pues se sabe que las bandas amarillas y azules eran los colores de la
familia Della Rovere, es decir de la familia del Papa Julio II. Lo de añadir
una franja roja es posterior cuando su sucesor, León X, la puso en el uniforme
debido a que era el color de la dinastía Médici a la que éste pertenecía.